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Javier Tomeo reúne en un libro sus "reflexiones gráficas" en clave de humor

Cuando era más joven, Javier Tomeo se pateó las editoriales de Barcelona para que le publicaran eso que entonces se llamaba "historietas ilustradas". Cuenta que le daban palmaditas en la espalda, que algún editor le dijo que tenía un "estilo incipiente", pero no consiguió editar ningún volumen de lo que ahora llaman cómic. Nunca ha dejado de dibujar. Destino acaba de reunir en Patíbulo interior sus "reflexiones gráficas" en clave de humor. Se trata de 80 viñetas acompañadas de un breve texto y emparentadas con su producción literaria, con la que comparten una tendencia a la síntesis que alcanza ahora el paroxismo. "Soy uno de esos que siempre hacen dibujitos mientras hablan", explica. Los dibujos tienen algo de apunte del natural y, según Tomeo, "la virtud de la espontaneidad".

Su objetivo es retratar el "absurdo": "El humor se basa en buena parte en recibir algo diferente a lo que uno se espera". Pero más allá de la sorpresa, Tomeo cree que tiene que haber algo más: "El humor tiene que apuntar a algo". ¿Por ejemplo? "No tengo pretensiones morales o filosóficas, pero critico a las malas personas en general, a los egoístas, a la ambición desmedida y a la falta de solidaridad".

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