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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bolsa de riesgo

El comportamiento de los mercados de acciones durante la semana pasada ha vuelto a poner de manifiesto la acusada volatilidad de los llamados valores tecnológicos ante informaciones que puedan condicionar la espiral alcista de sus cotizaciones. Poco importa que esas señales informativas sean específicas de algún país para que el conjunto de los mercados acuse el efecto a través de un rápido y extenso contagio. El Nasdaq, el mercado estadounidense donde cotizan ese tipo de valores, llegó a registrar en las primeras jornadas de la semana descensos sin precedentes a lo largo de una misma sesión, que aunque no se tradujeron en variaciones excesivas al cierre alertaron a los inversores de todo el mundo.El veredicto judicial sobre el caso Microsoft ha sido el factor determinante de lo ocurrido esta semana. Pero ese tipo de valores, sobre todo los ligados a los negocios de Internet, ya venían experimentando desde finales del mes pasado una corrección en sus cotizaciones. Hace más de tres años, el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, alertó sobre la "exuberancia irracional" que ya entonces caracterizaba el comportamiento de algunas acciones. Hoy los inversores parecen mostrarse más sensibles al verdadero potencial de generación de beneficios por las empresas que cotizan en esos mercados. De otro lado, la evidencia de que el ciclo económico puede seguir demandando elevaciones de los tipos de interés también obliga a considerar el atractivo de determinados valores con mayor serenidad.

La demanda espectacular que han tenido las acciones de empresas asociadas a la denominada nueva economía, sin ser irracional, no basta para juzgar sus cotizaciones como razonables. No es irracional porque sobre la base de la rápida y relativamente barata difusión de esas tecnologías de la información al conjunto de las empresas, también las ubicadas en la vieja economía pueden experimentar ganancias significativas que se traducirán, como ya ha sucedido en algunos sectores, en una mayor productividad y, en definitiva, en mayores posibilidades de un crecimiento estable. Un círculo virtuoso ya observado en EE UU que no menoscaba, como en ciclos anteriores, las posibilidades de crecimiento del empleo.

Es razonable, por tanto, que los mercados sigan valorando diferencialmente a las compañías que protagonizan esa suerte de nueva revolución industrial, pero no de la forma indiscriminada como lo han hecho hasta ahora. La selección deberá jugar un papel más activo y es probable que así ocurra a partir de ahora, calibrando mejor las expectativas fundadas que las debidas al comportamiento gregario que también domina en nuestros días las decisiones de inversión y desinversión.

Mañana entra en funcionamiento el nuevo mercado en España, como un segmento del mercado continuo de la bolsa. Esta novedad facilitará la labor selectiva del inversor. En ese mercado, los inversores asumirán mejor las eventuales contrapartidas al mayor potencial de crecimiento que se presume asociado a esos valores de riesgo. Contribuirá, en definitiva, a diferenciar la volatilidad propia de jornadas excepcionales en la cotización de las empresas tradicionales de aquella otra motivada por la exuberancia generada por algunas de las nuevas empresas que protagonizarán el crecimiento del futuro.

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