_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aúpa el Alavés

Visto lo visto, puede establecerse la siguiente secuencia: ETA sólo desistirá si se lo exige, bajo amenaza de independizarse, HB; HB sólo exigirá a ETA que desista si el PNV le obliga a hacerlo (bajo amenaza de abandono), y el PNV sólo obligará a HB a exigir a ETA su disolución si comprueba que pierde poder por no hacerlo. Por tanto, lo que han hecho los electores, provocando que el PNV pierda poder -en Álava, de momento- es lo más eficaz que podía hacerse para encadenar una dinámica que conduzca al desistimiento de ETA.Álava. El eslabón débil de la cadena nacionalista. Ya lo fue en la República. En el referéndum sobre el Estatuto vasco, celebrado en noviembre de 1933, los votos a favor fueron en esa provincia el 46,4%, frente al casi 90% de Vizcaya y Guipúzcoa. Un sector de la derecha local, encabezado por el tradicionalista José Luis Oriol, intentó sustraer a Álava del marco estatutario argumentando que la mayoría del censo no había votado a favor. Se le respondió desde el nacionalismo diciendo, con razón, que era ilegítimo contabilizar la abstención -el 41%- como voto en contra. Un argumento que podría haberse aplicado a los resultados del referéndum constitucional de 1978.

Eslabón débil. El PP gobierna desde las locales del año pasado la Diputación Foral y el Ayuntamiento de Vitoria. El 12-M la relación de fuerzas entre nacionalistas y no nacionalistas ha sido de 3 a 7. La pérdida de Caja Vital, que concentra el 50% del ahorro y del crédito de la provincia, deja en el aire el proyecto nacionalista de fusión de las Cajas vascas como germen de un banco público propio, que formaba parte del pacto de Gobierno entre el PNV y EA. El acuerdo entre socialistas y populares en la provincia hace verosímil la hipótesis -de momento, sólo eso- de un lehendakari no nacionalista.

Ése es el marco en el que se inscriben las recientes declaraciones, muy críticas con la actual estrategia soberanista del PNV, de Emilio Guevara, ex diputado general de Álava y ex portavoz de ese partido en el Parlamento vasco. Lo que ha dicho Guevara es que la apuesta de Lizarra ha fracasado: ETA sigue, la quiebra de la territorialidad es mayor que nunca, se ha roto el consenso en torno al Estatuto. Desde la dirección nacionalista se le ha respondido reprochándole haber aireado sus discrepancias en lugar de canalizarlas por cauces internos. Sin embargo, Guevara ya intentó plantear el debate en su partido mediante una enmienda a la ponencia política aprobada en la Asamblea del PNV de enero. Tal enmienda ni siquiera superó la primera criba, la de su agrupación local.

No es normal que la defensa razonada de la que ha sido línea mayoritaria del PNV entre 1917 y 1997 ni siquiera tenga ocasión de ser debatida en un congreso que se propone modificarla. La enmienda es un texto de 18 páginas, nada agresivo pero demoledor. Considera ventajista transmitir frustración sobre el Estatuto para proclamar a continuación que la sociedad desea la independencia; discute el "voluntarismo" de una estrategia que prescinde de los partidos no nacionalistas, y critica el deslizamiento del discurso del PNV hacia posiciones rupturistas que coinciden con las de HB. La conclusión es que "no se puede pagar el precio de asumir un proyecto político impuesto como condición previa e inexcusable para abandonar la violencia"; y que, por no haberlo entendido, el PNV ha sido incapaz de "pararle los pies a ETA" y ha dejado de ser percibido como "un factor clave en la pacificación".

El diagnóstico es difícilmente impugnable a la luz de lo que hoy se sabe sobre el significado real de la tregua, y más de un nacionalista lamentará no haberle hecho caso antes de cortarse la retirada. Los que le dieron a su partido la embarcada soberanista con el pretexto de la paz intentan ahora desesperadamente forzar un pronunciamientro de HB pidiendo a ETA una nueva tregua; es un movimiento alternativo al de salirse de Lizarra (que implicaría su salida de la dirección). Cuanto más tarden en rectificar, más difícil les será hacerlo. Pero no les quedará otro remedio si el mecanismo contra la imposición puesto en marcha por la sociedad alavesa se extiende a las otras provincias. Mediante el voto. No hay invento mejor para acabar con la violencia (y, de momento, el Alavés está a punto de clasificarse para la Champions League).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_