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El PNV intenta sin éxito desde julio mantener un contacto directo con ETA El Gobierno vasco entra en situación de bloqueo tras el rechazo del PSE a un eventual pacto

El Gobierno vasco, presidido por el lehendakari Juan José Ibarretxe, ha entrado en una situación de bloqueo tras el rechazo del Partido Socialista de Euskadi (PSE) a llegar a un pacto de gobierno, mientras que al mismo tiempo el PNV admite que los resultados de las elecciones generales del 12 de marzo y el retorno a las armas de ETA le han dejado sin margen de maniobra.El partido de Xabier Arzalluz no ha logrado establecer un contacto directo con la dirección de la banda desde el pasado mes de julio a pesar de los intentos realizados, según han confirmado diversas fuentes peneuvistas. La única comunicación mantenida desde entonces entre ambas partes ha sido ocasional y a través de terceras personas, a las que el PNV no considera interlocutores autorizados.

La última reunión oficial reconocida por ambas partes se produjo a principios de junio del año pasado, cuando sendas representaciones del PNV y EA y de la cúpula etarra se reunieron en un lugar secreto para hacer balance del año transcurrido desde el acuerdo que dio origen a la tregua, declarada en septiembre de 1998 tras la firma del Pacto de Lizarra. En esa cita, los interlocutores de ETA anunciaron que dejaban "en suspenso" ese acuerdo por entender que PNV y EA no habían avanzado tan decididamente como esperaba la organización terrorista, según el acta de la reunión levantada por ésta y divulgada el mes pasado por la agencia Vasco Press.

Como condición para restaurarlo, ETA planteó la celebración de unas elecciones en Euskadi, Navarra y el País Vasco francés para constituir "un parlamento de Euskal Herria", lo que llevaba aparejado la abstención de los partidos nacionalistas en las elecciones generales del 12-M. Los representantes de EA y PNV, entre ellos el portavoz de la ejecutiva peneuvista Joseba Egibar, rechazaron de plano esta pretensión, que tildaron luego de "estrambótica", y se entró en una vía de tira y afloja en el seno de Lizarra que concluyó el 28 de noviembre con el comunicado de ETA que daba por concluida la tregua a partir del 3 de diciembre.

Después de esa fecha, e incluso con posterioridad a los atentados mortales, el PNV ha realizado varios intentos a través de intermediarios para entrar en contacto con algún representante de la dirección de ETA, con el propósito de sondear la posibilidad de una restitución del alto el fuego. Sin embargo, ninguno de sus mensajes ha tenido contestación, según han asegurado las mismas fuentes.

La falta de comunicación con la banda terrorista y los resultados electorales han producido un colapso institucional que queda personificado en el lehendakari Ibarretxe. Éste se vio forzado a romper el pasado 22 de febrero, tras el asesinato de Fernando Buesa, el pacto de legislatura con EH y, tras las generales, ha quedado imposibilitado para construir una nueva mayoría en el Parlamento vasco, donde PNV y EA sólo suman 27 de los 75 diputados que conforman la Cámara. Y los socialistas vascos, que habían mostrado su disposición a apoyar a los peneuvistas si corregían su rumbo de radicalidad nacionalista, han anunciado ya que no van a apuntalar al Gobierno de Ibarretxe, una vez hecha su lectura del veredicto adverso de las urnas, de la muerte de Buesa y del hostigamiento de la kale borroka o violencia callejera.

En estas circunstancias, tener el presupuesto de este año aprobado no es ninguna garantía. De hecho, la renuncia del PSE a considerar siquiera un posible acuerdo parlamentario hace superfluo el plazo de cuatro meses que se ha dado Iberretxe para conseguirlo. "Estamos atados de pies y manos", comenta un parlamentario del PNV, que expresa su malestar tanto por lo que considera "oposición agresiva" de los partidos no nacionalistas como por el apoyo indeseado que han tenido que recibir de sus ex socios de EH para salvar alguna votación comprometida. Reconoce asimismo que no ve una salida intermedia a la disyuntiva de una parálisis institucional insostenible a medio plazo, sobre todo con la amenaza de nuevos atentados desestabilizadores de ETA, y la convocatoria de unas elecciones anticipadas que sólo el PP tiene motivos para desear.

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Desde dentro del partido, el paisaje no se ve con más optimismo, aunque la consigna es no exteriorizar signos de duda o debilidad. El balance positivo del 12-M -primera fuerza política en Euskadi con más votos y dos diputados más que en 1999, a pesar del "acoso mediático al nacionalismo"- vendido públicamente no ciega el análisis interno.

El PNV sabe que la hipótesis de que podría haber sido derrotado por el PP si EH hubiera concurrido a las elecciones es más que una baladronada de Carlos Iturgaiz, y le inquieta sobremanera su barrida en Álava y el haber perdido la sintonía con el electorado urbano (fue batido por el PP en las tres capitales vascas y la mayor localidad donde ganó fue Galdakao, la décimocuarta más poblada de Euskadi).

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