Nuestra Asamblea
EMILIO GUEVARA SALETA
Vivimos en este vigésimo aniversario de la constitución del primer Parlamento vasco de la historia momentos de especial confusión y crispación que, lógicamente, se han reflejado en la propia Cámara. El Parlamento está siendo en demasiadas ocasiones un escenario desde el que se proyecta hacia la sociedad una triste imagen de división y de desencuentro, incluso en cuestiones básicas que a estas alturas no deberían suscitar tales tensiones.
Nunca en los veinte años anteriores ha sido tan bajo el nivel de actividad legislativa, ni tan alto el grado de incapacidad para producir acuerdos. De un lado y de otro se cae a veces en la tentación de utilizar el Parlamento como caja de resonancia de las diferencias en vez de cómo plataforma para la integración. Hemos llegado al cruel extremo de que el Parlamento sirva para algo impensable en una democracia: ser capilla ardiente de un representante de los ciudadanos vascos, asesinado precisamente por ser un demócrata y por haberse negado a someterse ante ETA. Hoy no puedo celebrar este aniversario sin sentir la rabia y el profundo dolor de no encontrar en su escaño a mi amigo Fernando Buesa Blanco.
Sin embargo, no es tiempo de desesperanza ni de resignación. La voluntad de los ciudadanos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se expresa en este Parlamento y en las respectivas Juntas Generales. Estas son nuestras Asambleas, nuestros lugares de encuentro, los símbolos de nuestra capacidad de decidir. Este Parlamento vasco es la suprema expresión de un sistema de autogobierno que, aun con lagunas importantes e inaceptables en su cumplimiento, ha conformado un considerable poder político a partir de un consenso amplísimo que nadie con sentido de la responsabilidad debiera poner en peligro ni devaluar. Y porque ello es así y porque somos muchos los ciudadanos que en este país no queremos vivir sometidos a nadie, nuestro Parlamento vasco, superando esta etapa difícil, va a ser, a la vez, el motor y la expresión de una sociedad civilizada, moderna, en la que todos nos sintamos igualmente cómodos y seguros, y en la que podamos construir proyectos positivos de futuro y de progreso.
Hoy, en este aniversario, quienes creemos en la libertad y en la supremacía de las personas y de sus derechos individuales por encima de cualquier otra consideración, debemos reafirmar el papel del Parlamento vasco como lugar en el que tender puentes, articular acuerdos y encontrar en definitiva solución a nuestras diferencias y a nuestros problemas.
Desde esta Cámara tenemos que hacer de la sociedad vasca un inmenso Parlamento en el que todos y cada uno estemos dispuestos a sacrificar nuestra vida porque cualquiera pueda decir lo que piensa aunque rechacemos su pensamiento, y donde nadie quite la vida a otro por pensar de forma diferente.
Emilio Guevara Saleta, abogado, fue diputado general de Álava y parlamentario del PNV en la primera legislatura.
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