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El fracaso aparente de la reunión de Ginebra no cierra definitivamente el diálogo entre sirios e israelíes

El fracaso aparente de la reunión del pasado domingo en Ginebra, donde el presidente norteamericano, Bill Clinton, intentó durante más de tres horas y media convencer al presidente sirio, Hafez el Asad, para que se sumara al proceso de paz en Oriente Próximo, no ha cerrado la puerta a un posible diálogo entre sirios e israelíes, aseguraban ayer destacados líderes de la región."En Ginebra se han dado pasos positivos hacia la paz", aseguraba el presidente Yasir Arafat desde Berlín, donde se encuentra en viaje oficial. El líder palestino pidió al mismo tiempo ayuda a la comunidad internacional, y especialmente a la Unión Europea, para que apoye la política de pequeños pasos hacia la pacificación de la zona.

Las palabras esperanzadoras de Arafat coincidían con las del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas israelíes, el general Saúl Mofaz, quien afirmaba a la prensa desde Jerusalén: "Es muy aventurado decir que el diálogo con Siria se ha cerrado", aun reconociendo la existencia de grandes e importantes diferencias entre las dos partes.

El Ministerio de Asuntos Exteriores británico compartía ayer esta misma opinión al afirmar en un comunicado oficial que "en un proceso tan complejo son inevitables los contratiempos". El desengaño de la cumbre de Ginebra, donde algunos esperaban el anuncio de la reanudación de las negociaciones entre sirios e israelíes, interrumpidas el pasado 10 de enero, supone paradójicamente un balón de oxígeno para el primer ministro israelí, Ehud Barak, que podrá disponer de más tiempo para tratar de arreglar una crisis gubernamental surgida a raíz del enfrentamiento entre los dirigentes del partido ultraortodoxo Shas con los laicos radicales de Meretz, miembros destacados de la coalición.

La escaramuza entre Shas y Meretz, que surgió hace dos semanas, cuando el rabino Ovadia Yosef maldijo al ministro de Educación, Yossi Sarid, por bloquear las ayudas a su red de escuelas, se agravó inesperadamente ayer después de que el fiscal general del Estado abriera una causa judicial contra el rabino por los supuestos delitos de difamación, incitación a la violencia y comportamiento indecoroso hacia el ministro.

La apertura del procedimiento criminal contra el dirigente religioso de Shas, uno de los líderes más carismáticos de la comunidad judía sefardí -más de la mitad de la población de Israel- provocó ayer una reunión urgente de los dirigentes del partido para valorar si la situación les permite permanecer en la coalición gubernamental, junto con Meretz, apoyando con 17 diputados al Ejecutivo de Ehud Barak.

Los ultraortodoxos de Shas, que decían ayer sentirse ciudadanos de segunda categoría, dado su origen árabe, han venido apoyando el proceso de paz con los palestinos y suponen para Barak un apoyo imprescindible en el momento de refrendar un posible acuerdo de Israel con Siria, sosteniendo incluso una posible retirada de los altos del Golán, ya que, para los líderes de la formación religiosa, "ningún pedazo de tierra es más importante que una vida humana".

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