Esperanza envasada en probetas
Las parejas que acuden a estas consultas muestran sus sentimientos abiertos en canal. Llegan con la esperanza de encontrar a un profesional capaz de desafiar a la naturaleza para doblegarla y conseguir que les dé lo que hasta entonces les negaba: la capacidad reproductora.El equipo del Instituto de Fertilidad Bernabeu no está compuesto por semidioses con el don de crear a voluntad. En ocasiones deben reconocer su derrota ante parejas que ven cómo se agota su última posibilidad de tener hijos. Pero en esta joya de la arquitectura minimalista de la Avenida de L'Albufereta de Alicante se han conseguido hitos como embarazos cuajados a partir de tejido testicular de varones con semen muy débil.
Son logros que nacen de la tecnología. "Aquí se reinvierte la mayor parte de los beneficios", asegura el doctor Rafael Bernabeu, director y fundador del instituto que lleva su nombre, no por deseo de pasar a la historia, sino por consejo de sus asesores de mercadotecnia. Los equipos que manejan los 32 profesionales del instituto son muy caros, y deben ser renovados periódicamente.
El Instituto Bernabeu comenzó a funcionar en marzo de 1988. "Yo viví el nacimiento del primer niño fecundado in vitro y me dije: ¿por qué no en Alicante? La gente se burlaba y decía que Alicante no es más que un pueblo de pescadores", cuenta Bernabeu. Pero este doctor tiene a gala seguir sus convicciones sin hacer caso de los agoreros. En 1985 abrió con su hermano un banco de semen al que fue incorporando técnicas de medicina reproductiva. En noviembre de 1987 consiguió su primer embarazo con reproducción asistida. La criatura nació el 5 de agosto de 1988. Fue el primer bebé probeta de Alicante.
Fueron los inicios de unos pioneros que tenían que importar el material que necesitaban y, en casos extremos, fabricarlo ellos mismos en sus instalaciones de la calle de Maisonnave. Esa época quedó atrás. Hoy, el Instituto Bernabeu cuenta con 11.000 historias clínicas en sus archivos, ha realizado 620 fecundaciones in vitro, cuatro a partir de tejido testicular, y atiende 3.000 consultas por trimestre.
Hace tres años se mudaron del centro de Alicante a una de las vías que conectan la ciudad con sus playas. Allí, los arquitectos Lola Alonso y Javier García Solera levantaron un edificio austero de color blanco con más aspecto de chalé que de centro médico. "Decidí que el Instituto Bernabeu necesitaba un centro específico, era inconcebible crecer sin este paso", recuerda Bernabeu. Ahora trabajan en 2.000 metros cuadrados forrados de parqué e iluminados por una luz cálida.
La clínica está organizada por unidades: ginecología, menopausia, diagnóstico prenatal, radiografía, cirugía endoscópica, tratamiento de tumores de mama y medicina reproductiva. Bernabeu mantiene abiertos varios frentes de investigación al tiempo que rentabiliza los resultados de los que ya llegaron a buen puerto en su día. Uno es la fertilización a partir de tejido testicular. Otra línea, financiada con fondos Feder, estudiará en un plazo de tres años los efectos que las vitaminas antioxidantes pueden tener sobre las células reproductoras humanas. Una tercera: maduración en laboratorio de células germinales, de modo que cada mujer pueda disponer de su propio banco de ovocitos.
Su prestigio nacional e internacional va en aumento. Aunque el grueso de sus pacientes lo siguen constituyendo parejas de Alicante y las provincias limítrofes, van en aumento las visitas procedentes de Madrid, del norte de África, del resto de Europa y de Sudamérica.
La medicina reproductiva no está al alcance de todo el mundo (la clínica facturó 400 millones de pesetas el año pasado). Para casos muy específicos, el instituto dispone de un programa de ayuda a parejas con pocos recursos económicos. Asimismo, colabora con organizaciones como Greenpeace, Proyecto Hombre, Acospa y Médicos sin Fronteras. Pero Rafael Bernabeu no es amigo de plantear su trabajo en términos económicos. "No nos va mal, pero si montas la clínica para ganar dinero es la mejor garantía de que no funcione. A mí me dijeron una vez que un médico tiene que labrarse una posición y hacerse una piscina y comprarse un Mercedes. Bueno, pues yo no tengo ni piscina ni Mercedes", señala.
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