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Un monstruo en la habitación

Es de noche, la familia está reunida en el salón y el niño debe irse solo a su cama a dormir. Cuando llega a la habitación empieza a llorar y a decir que tiene miedo porque hay un monstruo en la habitación. A la pregunta de ¿qué pasa entonces? las respuestas suelen ser diferentes según los niños pertenezcan o no a entornos marginados.Ésta es la respuesta de Raquel, de cuatro años, de una familia sin problemas de exclusión: "Mamá y papá van corriendo. El papá busca al monstruo en la cama y le dice al niño que no se asuste que lo que hay es un muñeco. La mamá se vuelve a ver la televisión y el niño ya no tiene miedo y se va dormir".

Para Nuria, de tres años, de un entorno en desventaja la historia adquiere visos terroríficos. "El monstruo se comió a la niña. La hermana fue a la habitación y vió a la niña muerta. Después la llevó al hospital y los papás se quedaron en casa. Luego el monstruo se comió la cama".

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El legado de la exclusión

Paula, de la misma edad y también con problemas de exclusión, ve las cosas con similar inseguridad y buenas dosis de fantasía e incoherencia. "Se apagan las luces. La niña se va al salón con la mamá y le dice que tiene miedo. La madre le dice que se vaya a la cama y así no tendrá miedo. La niña se queda a su lado y se muere. El papá se levanta y se va volando. La niña pegó a la hermana, la hermana se lo dijo al padre y el padre pegó a la niña. El monstruo sigue en la cama y la niña tiene miedo. La mamá se levanta y se va a ver la tele con la niña. La hermana también va a ver la tele. El padre también".

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