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Una 'campaña electoral'

En las semanas anteriores al anuncio de las candidaturas, las calles más cinematográficas de Los Ángeles se llenan de carteles tamaño Godzilla con propuestas de candidatos. Pero ahora que The Wall Street Journal, con su encuesta, ha convertido la entrega de los Oscar en lo más parecido a unas elecciones, no hay premio sin campaña electoral. Las distribuidoras lo saben y los actores se someten a la dinámica publicitaria. Hace un año por estas fechas era imposible encender la televisión y no ver a Gwyneth Paltrow. Dedicó varias semanas a convertirse en una especie de anuncio de sí misma y se paseó frenéticamente por todos los programas dispuestos a preguntarla sobre sus posibilidades de ganar el Oscar.

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En esos días su principal contrincante, Cate Blanchett, nominada por Elizabeth, estaba en Europa rodando otra película. Sobra decir que Paltrow ganó.

La estrategia se ha extendido: la mayor parte de las películas que compiten se han estrenado en EEUU al final de 1999. Los estudios están convencidos de que los miembros de la Academia de Cine no son capaces de recordar los valores de una película estrenada antes de octubre; además, la leyenda dice que en Hollywood los críticos y los académicos, con el tiempo, se arrepienten de haber hecho valoraciones excesivamente favorables. Por eso las productoras prefieren alargar el fervor del estreno para que todavía se mantenga cuando llega el momento de votar.

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