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Reportaje:

Reciclaje de jóvenes

Un local en la plaza del Doctor Fleming, en el corazón del deteriorada barrio de Zabala, es la sede desde hace cuatro meses de un proyecto de inserción laboral para jóvenes de entre 16 y 20 años, cuya mayor originalidad está en una filosofía que trata de recuperar personas y objetos al mismo tiempo. En estos talleres de la asociación Rezikleta se usa todo aquello que desecha la sociedad (lámparas, bicicletas, ropa, muebles, sanitarios) para reciclar a estos jóvenes y ofrecerles una vía hacia el mercado laboral. Cerca de 50 jóvenes se han sumado a esta iniciativa de educación social y han ido pasando por los talleres de recuperación de lámparas, de electrodomésticos, de bicicletas, de sillas, de guitarras y de creación artística, unos cursos que, muchas veces, se convierten en la excusa para enseñar a los chavales conceptos tan simples como la circunferencia o mejorar su escritura. "Son gente que no tienen ninguna habilidad, que han ido pasando por la escuela como un puro trámite y, por eso, trabajamos mínimos como la higiene o la puntualidad", explica Ana Marín, monitora del taller de arte, Reziklart.

Unos tambores realizados con macetas, papel y cuerdas y un pie de una lámpara construido con una estaca y recubierto de trozos de azulejos son algunas de las creaciones de Reziklart que demuestran que ningún objeto es un desecho si se utiliza con imaginación. Pero lo que más motiva a los chavales son los talleres de recuperación de lámparas, de guitarras y de bicicletas donde aprenden un poco de electricidad, carpintería, cerámica y pintura y, cuando terminan su paso por el taller, se llevan a casa los objetos recuperados.

De los 50 chavales que han pasado por el proyecto de Rezikleta, tan sólo 15 los siguen de forma continuada, porque, entre otras cosas, su paso por la escuela ni siquiera les ha enseñado a mantener un hábito. El perfil de los alumnos de estos talleres, en su mayoría gitanos y todos chicos porque la mayoría de las mujeres gitanas de entre 16 y 20 años están ya casadas o recluidas en el hogar, radiografía la población de unos barrios, Zabala y Bilbao la Vieja, donde la exclusión social campa a sus anchas.

Pero en el mundo de la marginación, como en todo, también hay excepciones y chavales, como Mario que, después de aprovechar al máximo la formación de los talleres, ha conseguido una plaza para aprender jardinería, su oficio preferido, a través de Rezikleta.

"Pretendemos tender puentes entre la calle y la formación y el trabajo", explica Jabi Berasaluze, monitor de los talleres de educación social. "Aquí, a diferencia de en la educación reglada, ofrecemos una formación individualizada. En la ESO hay un enorme porcentaje de absentismo escolar, que empieza a los 12 años. La etnia gitana, por ejemplo, no tiene nada que hacer en la ESO porque no hay nada para ellos. El lenguaje que se utiliza en las clases es para clases medias y altas y la cultura, no tiene nada que ver con la suya", añade.

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