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Reportaje:

"Me voy a hacer pasar por rata a ver si así echo a andar"

Los parapléjicos del Hospital de Toledo siguen entusiasmados las noticias sobre los últimos avances

Gabriela Cañas

De nada valen los llamamientos a la cautela en una joven de catorce años que por una desafortunada caída usa silla de ruedas desde hace cuatro meses. Ana ha seguido todas las noticias divulgadas en las últimas semanas sobre los avances obtenidos por un equipo español dirigido por Almudena Ramón con ratas parapléjicas y por un equipo europeo, dirigido por Pierre Rabischong, que ha logrado poner en pie y que den algunos pasos tres lesionados medulares con electroestimulación. Ana dormía ayer plácidamente la siesta cuando fue abordada por los periodistas en su habitación del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y, a pesar de la inoportuna interrupción, sonrió abiertamente. "Todas esas noticias me hacen muchísima ilusión. De hecho, voy a ponerme unas orejas y me voy a hacer pasar por rata a ver si puedo andar. No sé si me va a delatar la altura". Y, después, sólo un poco más en serio, añade: "De aquí a como muchísimo diez años, en este hospital sólo van a quedar las sillas".A la psicóloga de este hospital del Insalud, María Ángeles Pozuelo, le da miedo que las noticias despierten falsas esperanzas y que los enfermos, una vez asumida su lesión, dejen de trabajar en su recuperación física y mental. Ana no está de acuerdo: "No me voy a quedar sentada en una silla de ruedas durante diez años esperando a que se solucionen las cosas. Seguiré trabajando".

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"Antes ni siquiera podíamos dar una esperanza"

José Luis Aguilar también ha seguido muy de cerca las noticias. De hecho, este administrativo de 46 años de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, que un accidente de moto le cambió la vida el mes de agosto pasado, asegura haberse convertido en estos pocos meses en casi un especialista en lesiones medulares. Su esperanza ha renacido con las últimas noticias. "Hay que vivir con los pies en el suelo (si es que vale en mi caso hablar así) y seguir trabajando, adaptándote a lo que tienes. Pero lo cierto es que la medicina está evolucionando mucho y en cuatro o cinco años todo habrá cambiado".

En realidad, para José Luis cerrar los ojos a las innovaciones, no quererse crear expectativas es algo negativo que sufren, según él, los que están sumidos en la depresión y la negación de su dolencia. "Aquí hay de todo. Los hay que no quieren enterarse de nada. Ojos que no ven, corazón que no siente".

Teresa, por ejemplo, es de las que no quiere seguir las noticias. Tiene 17 años y un coche la ha atropellado. Aún ni siquiera ha podido sentarse en una silla de ruedas. Ha quedado tetrapléjica y tienen que adaptarle una a su medida. Pero no está operada y dice que la columna la tiene bien. Así que confía en que no va a necesitar inventos venideros para recuperar su movilidad. "Yo voy a volver a caminar".

Y tan confiadamente como lo dice Teresa lo confiesa Mohamed Rahnoun, otro tetrapléjico víctima de una absurda caída que vive en el hospital de Toledo desde hace cinco años. Usa un marcapasos diafragmático, un aparato que funciona de forma similar a lo que el lunes presentó en Bruselas el proyecto Levántate y anda. Unos electrodos en el pecho estimulan los músculos para poder respirar. Con la cabeza dirige con maestría su silla de ruedas, que luce una pequeña colección de llaveros. Rahnoun, de 36 años, de origen argelino y forofo del Alavés, leyó con atención el experimento de Almudena Ramón con ratas parapléjicas y no parpadea cuando asegura: "Yo voy a volver a andar. Sólo es cuestión de esperar". Así lo cree también Julio Sánchez, de 53 años, al que un tumor en la médula le dejó tan inmóvil que sólo los ojos respondían a sus órdenes. Ahora está recuperando poco a poco ciertos movimientos y sigue las noticias esperanzado, porque confía en que se va a beneficiar de alguno de ellos. De momento, ya no necesita aquel enorme aparato que le ayudaba a respirar.

Tras este acientífico muestreo parece demostrado que entre los lesionados medulares despierta más expectativas la línea científica que insiste en la reparación de la médula (Ramón lo ha hecho en ratas con trasplante de células olfativas) que la recomposición robótica que ofrecen proyectos como el de Rabischong. Incluso un programador informático como Carlos Fernández, de 30 años, prefiere ese método frente al europeo que utiliza los avances informátivos. Carlos sufrió un accidente de automóvil el pasado 8 de enero. Cree que nadie va a hacer un milagro con él, que debe trabajar duro en la rehabilitación y que quizá dentro de diez años "haya algo".

De eso está plenamente seguro Miguel. La fuerza de la edad le acompaña. Con sólo 17 años asegura que fijo que pilla los avances más espectaculares. De momento, sabe que es candidato a entrar en un ensayo como el europeo: "Yo tengo bien el cuadrado lumbar, que es el músculo que tira de la pierna".

Miguel bromea con Dami, una chica almeriense a la que piropea atrevidamente. Rafa, de 21 años, termina uniéndose al grupo. Es más serio y escéptico. Sufrió un accidente de moto y sigue con interés las noticias publicadas. Sabe que de los ensayos en ratas hasta llegar al ser humano hay demasiado trecho.

Pero, además, Rafa se niega a centrar su existencia en un impedimento físico. "Estar lesionado también tiene algunas ventajas: por ejemplo, ya no discutes por tonterías. Ahora soy mucho más maduro y sé que se puede ser feliz en una silla de ruedas".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.
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