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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De corto alcance

La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de elevar el tipo de interés en un cuarto de punto, hasta situarlo en el 3,50%, tiene como principal explicación terapéutica reducir las tensiones inflacionistas que el encarecimiento del precio del petróleo ha exacerbado en los países centrales de la zona euro, como Francia y Alemania. Es también el final lógico del movimiento iniciado por la autoridad monetaria europea el pasado 3 de febrero, cuando subió el precio del dinero en un cuartillo, juzgado entonces como insuficiente. En último término, parece el paso más adecuado para reforzar la posición del euro, claramente depreciado frente al dólar, aunque ésta no sea la causa fundamental de la decisión.El efecto de esta subida del precio del dinero sobre la economía española es beneficioso, aunque en dosis mínimas. El aumento de la demanda interna fundado en el consumo y en el crédito y el persistente diferencial de inflación de un punto respecto a la media de los países del euro requeriría una política monetaria mucho más estricta que ese 3,50% marcado por el BCE. El diferencial de precios es anterior a la escalada del del crudo y no es atribuible a los salarios, cuyo crecimiento nominal apenas rebasa el 2,5%. Por lo tanto, en ningún caso debe utilizarse esta leve subida de tipos como una coartada para evitar la aplicación de severas políticas antiinflacionistas que la economía española viene reclamando desde años atrás.

Más información
El Banco Central Europeo sube el precio del dinero hasta el 3,5% para frenar la inflación

No es difícil señalar cuáles son estas políticas y haría bien el nuevo Gobierno del PP en apostar decididamente por ellas desde el primer momento. Es necesario, incluso urgente, aplicar un ajuste presupuestario fundamentado en el recorte del gasto, que compense la política monetaria del BCE, que para los intereses españoles sigue siendo demasiado relajada, y liberalizar a fondo los mercados eléctrico, petrolero y de telecomunicaciones para enfriar los precios con el instrumento de la competencia. Sólo de ese modo podrá reducirse la temperatura de la inflación, que empieza a ser inquietante -3% de tasa interanual en febrero-, y cortar la hemorragia del sector exterior, cuyo déficit está revelando con su crecimiento exponencial una pérdida galopante de competitividad de la economía y una expulsión de los productos españoles del mercado interno.

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