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La derecha francesa trata de sacrificar políticamente a Tiberi, alcalde de París

La batalla de París adquiere progresivamente aires de sainete, a medida que se cierra el círculo de presiones contra el actual alcalde y decidido candidato a la reelección Jean Tiberi. Consciente de lo que se juega en las elecciones municipales del año viene, la derecha francesa trata de desembarazarse a toda costa de este hombre que, con mucha o poca razón, porta el sambenito de las pasadas corruptelas de la Unión por la República (RPR). Durante los últimos días, en que ha permanecido hospitalizado recuperándose de una dolencia de escasa gravedad, el alcalde no ha cesado de invocar, desde el lecho del dolor, la ayuda de su predecesor en la alcaldía y presidente de la República Jacques Chirac. "No, el presidente no me ha llamado, todavía", deslizó días atrás, a modo de soterrado reproche, mientras se lamentaba de la "campaña de maquinaciones" urdida contra "uno de los más fieles compañeros de Jacques Chirac". En vano. Lo único que ha conseguido es forzar una llamada del cortesía del jefe de Estado interesándose por su estado de salud y por el de su esposa, Xavière. Por aquello de que las desgracias nunca vienen solas, Xavière Tiberi relevó ayer por la mañana a su marido en el hospital de Val-de Grâce, donde ingresó para tratarse una arritmia cardiaca ligera. Con las navajas abiertas por encima y debajo de la mesa consistorial, Jacques Chirac se mantiene enfundado en una aparente neutralidad, pero su actitud acredita elocuentemente en este caso el dicho de "quien calla, otorga".

Campaña del RPR

La consigna: "Hay que acabar con el folletón de París", traducible por "hay que quitarse de encima a Tiberi si queremos conservar la capital", encabeza desde hace semanas el guión, escrito por la dirección del RPR, que tiene como exclusivo desenlace la renuncia del hoy alcalde. Después de haber soportado, sin apenas pestañear, las antiguas denuncias por los falsos electores del RPR en la capital francesa y de los empleos ficticios en la alcaldía de París, el partido gaullista parece hoy contagiado de puertas adentro de un frenesí depurador reservado hasta ahora a los jueces y fiscales.

De buenas a primeras, por arte de birlibirloque, la dirección del RPR ha descubierto en sus ficheros parisienses 1.484 militantes que pueden considerarse ficticios: gentes que dejaron de cotizar hace tiempo, que se mudaron de ciudad, que fueron expulsados o que han fallecido. Hay que decir que, dados los antecedentes, la sorpresa es sólo relativa, aunque el escándalo aventado por el RPR pretende pasar por mayúsculo. Jean Tiberi, secretario departamental del RPR, es, por supuesto, el blanco de la operación manos limpias interna lanzada por su partido. "Si las acusaciones se confirman, será difícil, incluso imposible, que Jean Tiberi siga como candidato a sucederse. Michèle Alliot-Marie (presidenta del RPR) tendrá que adoptar las medidas oportunas: o le invita a dimitir o le suspende sus funciones", ha indicado, de forma transparente, el presidente del Senado, Christian Poncelet. Nadie duda de que Michèle Alliot-Marie firmará la sanción, pero la pregunta es hasta dónde llegará el defenestrado Tiberi en su loca carrera por conservar la alcaldía.

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