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Angela Merkel o la firmeza del instinto

Pilar Bonet

"Muchos creen que, porque tengo una apariencia amistosa e insignificante, pueden hacer conmigo lo que les dé la gana. Pero las cosas no son del todo como se las imaginan. Atacar me resulta más fácil de lo que muchos piensan". Así se expresaba Angela Merkel en noviembre de 1998, cuando la CDU daba sus primeros pasos en la oposición tras 16 años en el Gobierno. La profesional de la política formada en el Este de Alemania, que trabajó como físico en la Academia de Ciencias de la RDA, se iniciaba por entonces como secretaria general del partido, tras haber sido ministra del Gobierno de Kohl durante ocho años.El aspecto inocente de Merkel, de 45 años, no engaña hoy a nadie, y mucho menos a sus colegas y rivales en la CDU. Esta mujer de ojos tristes, capaz de mantener la calma y de aprovechar la lógica de los acontecimientos sin violentarlos, será probablemente la primera mujer que dirija la Unión Cristiana Democrática de Alemania y podría ser también en el 2002 la primera candidata de este partido a la cancillería federal.

Entre sus puntos fuertes están el trato humano, la capacidad de organizar, de elaborar compromisos y de asumir responsabilidades y tomar decisiones. Entre sus puntos débiles, la poca experiencia en temas internacionales y europeos. La modernización de la CDU y el salto a una nueva cultura política posKohl, que integre el Este y el Oeste del país, son los principales desafíos.

Angela Merkel tenía apenas unas semanas cuando su padre, un pastor protestante, se trasladó desde Hamburgo a la RDA. Fue la mayor de tres hermanos. De su infancia se le han quedado particularmente grabadas las imágenes de los minusválidos atados a bancos que se alojaban en una residencia vecina. La secretaria general de la CDU, que dice haber aprendido la minuciosidad de su padre, se inició en la política en 1989, al amparo de la Iglesia evangélica. En 1990 fue portavoz del Gobierno de Lothar de Maizière. Tras ganarse a pulso un mandato directo (con el 48,5% de los votos) en el primer Parlamento de la Alemania reunificada, Merkel fue nombrada ministra de Juventud, Familia y Sanidad. En este cargo promovió una ley de igualdad de derechos para evitar una contratación privilegiada de los trabajadores del sexo masculino, pero se opuso a la creación de cuotas para asegurar la participación femenina en la política. En la siguiente legislatura (1994-1998) fue ministra de Medio Ambiente y uno de sus primeros pasos fue despedir a un competente secretario de Estado que no se tomaba en serio la obligación de informar a su jefa. Aunque ella parecía más a gusto en el Ministerio de Medio Ambiente que en el de Juventud, su actuación fue muy criticada y la llevó a enfrentamientos, que no ha olvidado, con Gerhard Schröder, que por aquel entonces era jefe del Gobierno de la Baja Sajonia.

Merkel reconoce haber sido una protegida de Kohl, pero eso no le ha impedido encabezar el cortejo simbólico de despedida. Merkel le ha dicho adiós al ex canciller con metáforas freudianas, porque ya no es la "chica" que era, tras la caída del muro, cuando llegó a Bonn "con una mochila y desastrosamente vestida", según recuerda un funcionario, que le ofreció un coñac para entonarse tras aquel primer viaje político al Oeste, tan mitificado entonces por los ossies. Merkel reconoce que, al principio, necesitaba "valor" para llevarle la contraria al canciller. Con los años, Merkel dice haber aprendido a ser dura, a luchar por sus intereses y a saber que "sólo me puedo fiar de mí misma y de mi instinto".

La elección de Merkel como presidenta de la CDU el próximo día 20 sería una revolución cultural en Alemania. A diferencia de Rita Süssmuth, que fue presidenta del Bundestag, Merkel no pertenece al clan clásico de la CDU. En esta mujer se intuye una voluntad y un proyecto personal que desconcierta y hace desconfiar a algunos de los miembros del establishment porque no encaja con los moldes habituales. A Merkel la acusan de liberal, pero ella rechaza las etiquetas. Divorciada tras un breve matrimonio de juventud, Merkel se casó -tras ser elegida secretaria general- con el químico que había sido su pareja en una prolongada relación de fines de semana entre Bonn y Berlín.

En una reciente entrevista televisiva, Merkel ha subrayado la necesidad de buscar personas que aporten "contenidos" al partido, ahora que éste se despide de los veteranos de la era Kohl. Preguntada sobre su punto fuerte, Merkel decía que "si es necesario puedo dejar que las cosas transcurran, puedo callar y esperar a que acaben". En 1991, la chica hablaba con más claridad sobre su forma de elaborar estrategias: "En cuestiones marginales", decía, "intento el método amistoso. Pero cuando se trata de lo esencial, puedo ser tan dura como los hombres. Lo principal entonces es controlar los nervios, guardar las distancias y no dejar que arrinconen a una cuando alguien proclama sus tesis en voz alta y de forma emotiva".

Por razón de su cargo, Merkel dirige las conferencias de militantes de base que fueron programadas para iniciar la renovación del partido tras el escándalo de las cuentas clandestinas de la CDU. Tanto en el Este como en el Oeste los militantes la aclaman, y algunos potenciales rivales creen que las conferencias regionales le dan a Merkel la oportunidad de jugar con ventaja. Antes de tirar la toalla como competidor por el puesto de presidente de la CDU, Volker Rühe advirtió que las emociones de la base son sólo uno de los componentes para ser elegido. El otro, afirmó, son las "concepciones" de los organismos dirigentes. Merkel ha tomado nota. La secretaria general ha dicho que no está de acuerdo con la división entre lo emocional y lo racional y, con mirada inocente, ha expresado su esperanza de que los dirigentes tengan también "emociones".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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