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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El voto manipulado LEGANÉS La tarde fue a menos

La tarde empezó con buen aire torero, vistosa y como favorable, pero ocurrió lo contrario. Fue lastimosamente a menos. Los toros resultaron ser los principales culpables, pues incluso los que embistieron se fueron parando conforme avanzaba la faena. Eugenio de Mora fue el que se llevó el mejor toro de la tarde, y lo supo aprovechar. Realizó un quite por delantales, y una faena de muleta en la que sobresalieron los pases de pecho de pitón a rabo. Le concedieron una segunda oreja algo excesiva. En su segundo no pudo hacer nada. Uceda Leal toreó muy bien de capote en su primero y dibujó algún natural de estimable factura. Y a su segundo apenas le pudo dar un pase. Abellán hizo una faena variada y preciosista en su primero; su segundo fue un marrajo.JOAQUÍN VIDAL ValenciaEl presidente no concedió la oreja del cuarto novillo que pidieron para Antón Cortés, y le pegaron un broncazo por ello, pero no se crea que la votación era mayoritaria: sencillamente estaba manipulada.

Es muy de Valencia eso de manipular los votos. Aquí no piden la oreja con el pañuelo, como Dios manda, sino con la almohadilla, blanca y enorme; con lo cual por cada uno que pide la oreja parece que son seis, y además lo hacen gritando, muchos mentándole al presidente la madre. Es como si en una votación electoral (la de hoy, sin ir más lejos), los de una facción en vez de utilizar la papeleta reglamentaria metiesen en la urna un pliego de papel barba, encima profiriendo amenazas y jurando en hebreo, y luego exigiesen que el recuento se hiciera a bulto.

La mayoría, en cambio, no pidió la oreja ni nada para Antón Cortés, y los aficionados menos. No es que el torero estuviera mal pues tuvo detalles de torería. Pero una cosa es apreciar sus condiones positivas otra invitarle a cenar en el Chanteclaire.

Las verónicas con que recibió al primero de la tarde, embraguetado y ganándole terreno, ya anunciaban que ahí puede haber torero. Y lo ratificó con su entusiasmo en la brega, el mando de algunos de sus muletazos, la templanza de otros, las ganas de triunfar empeñando en ello la generosa entrega que caracteriza a los novilleros buenos. Hubo también desajustes y defectos, y se comprenden porque son propios de los que empiezan y nadie nace sabiendo.

Lo mismo cabría decir de sus compañeros. Incluso de Miguel Fuentes, que tuvo el peor resultado principalmente por sus desaciertos con la espada. "Está verde", se oía decir. Y era verdad. Mas, verde y todo, tomó algunos redondos de impecable ejecución, con su largura, su templanza, su ajustado remate para producir la ligazón, que es la base del toreo bien hecho.

Asumir el compromiso del toreo con la izquierda es lo que se le echó en falta. No sólo a Miguel Fuentes ya que la terna estaba de un derechacismo subido. Casi todas las faenas, salvo algún somero intento de ensayar el natural, transcurrieron enteras -enteras, interminables y soporíferas- repitiendo el derechazo. Al que inventó el derechazo habría que darle anatema y, si viviera, llevarlo al cuartelillo.

En la segunda parte del festejo hubo rectificación. Cortés, después de pegarle al cuarto novillo varias tandas de derechazos, le instrumentó cuatro de naturales y aunque no resultaron hermosas, ahí quedó eso.

Sebastián Castella apenas iniciada su faena al quinto se echó la muleta a la izquierda y sólo por eso la afición pensó elevarlo a los altares. Claro que desistió presto. El novillo sacó unas dificultades que no se advirtieron en sus hermanos -cabeza alta, poca fijeza, mediano recorrido- y el trasteo resultó deslucido. Ya en los lances de recibo mostró su catadura volteando con saña a Castella.El joven francés, soso y deshilvanado en su boyante primer novillo, quedó inédito. Si es torero ya se verá.

La novillada fue decepcionante, si bien se mira. Tres avisos y una petición manipulada con esos ejemplares tan buenos de La Quinta es un triste balance. Dan ganas de llorar. Hip.

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