Alto voltaje cultural

Durante el año 1999 algunas personas interesadas por esas cosillas culturales insignificantes andábamos preocupadas por ciertas situaciones que, sin embargo, a muchos parecían entusiasmar en Vitoria. Me estoy refiriendo a las diferentes convocatorias millonarias celebradas para colocar más monumentos, y más grandes, en las plazas de nuestra ciudad. Siempre aludiendo a un presunto uno o dos por ciento cultural que parece justificar todo tipo de convocatorias, cualesquiera que sean las condiciones de las mismas o el contexto en el que tienen lugar. Si mis cuentas no fallan, se invirtieron durante el año pasado en semejantes concursos unos 116 millones de pesetas en tan sólo tres citas.Sin duda, es un montón de dinero que alegraría la vida artísitica y cultural de la ciudad durante bastante tiempo, si se invirtiera de otras maneras, mediante otras formas de aprovechar los mencionados pellizcos de los presupuestos para obra pública, con otros criterios que tuvieran, quizá, menor trascendencia mediática pero un indudable mayor rendimiento social y cultural.

Estas situaciones rozan lo alucinante cuando asistimos estupefactos a momentos totalmente paradójicos. Me estoy refiriendo al singular momento en el que se encuentran los Presupuestos de la Diputación Foral de Álava, a día de hoy totalmente paralizados. Esto afecta de manera importante a iniciativas culturales que ahora se encuentran igualmente estancadas. Hemos pasado en pocos meses del absoluto derroche de dinero con incierto criterio, a ver cómo actividades tan interesantes desarrolladas durante años, como el certamen artístico Anual Amárica, corren serio peligro. Es un sinsentido que una iniciativa, sólida, coherente -y con sus defectos, seguro- como ésta dependa del buen humor del colectivo político, de que los partidos se lleven mejor o peor, de que se pongan o no de acuerdo. Más aún cuando es -¿o deberíamos decir era?- una iniciativa barata; barata por necesidades digamos mayores, pero barata.

No soy de los que abogan por un arte y una cultura alejada de lo político; es más, no lo puedo entender de esa manera si hablamos de cultura contemporánea. Sí creo que ha de estar lejos, muy lejos, de políticas y caprichos partidistas, en la mayoría de las ocasiones ajenos a intereses sociales y culturales reales.

Sin ir más lejos, ¿cómo se puede entender que actividades como Anual Amárica, por citar alguna, estén en dique seco mientras se insinúa, sin ningún rubor, que pueden venir AC/DC dentro de unos meses? ¿Hace falta recordar que con ese caché se garantizaría la celebración de la Anual durante lo que resta de siglo? - .