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Reportaje:Elecciones 2000

Navarra y sus disyuntivas

El debate electoral en Navarra transita por tres prosaicos corredores que afectan directamente al bolsillo de los contribuyentes: la gratuidad de la Autopista de Navarra (A-15), las polémicas medidas de incentivación económica a la natalidad anunciadas por el Gobierno de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y la difusa configuración de un ente televisivo foral en el sistema digital terrestre que se enfrente ideológicamente a la influencia de EITB, según los deseos de regionalistas y socialistas.Si se combinan estas cartas electorales con una acuciante necesidad de vivienda protegida para los más jóvenes (la oposición demanda 15.000 nuevos pisos) y de aplicar políticas específicas para bajar las altas tasas de paro femenino (tres veces mayor que el masculino), se obtiene la baraja de ofertas con la que los partidos afrontan las elecciones en una comunidad con un elevado autogobierno, pero que tiene la sensación de haber perdido influencia política en Madrid.

Naturalmente, subsiste el eterno debate sobre la vasquidad de Navarra y sus relaciones con Euskadi, y más desde que el presidente Miguel Sanz decidiera romper toda relación institucional con su homólogo de Ajuria Enea y aislar a la comunidad de cualquier contacto oficial con el País Vasco. Pero los ciudadanos están mucho más atentos a las propuestas que afectan a su bienestar que a las reflexiones estratégicas sobre el encaje autonómico de una comunidad, la única de España, que tiene reconocida en la Constitución su capacidad de determinarse libremente y decidir si quiere seguir existiendo por su cuenta o unirse al País Vasco. Las ideas para resucitar una relación permanente y especial (la dieta vasco-navarra propuesta por EA o la resurrección del fallido órgano permanente mencionado por IU) carecen de posibilidad de hacerse realidad ante la oposición tajante de socialistas y regionalistas.

En Navarra prácticamente nadie duda de que UPN ganará las elecciones. Porque el PP en Navarra no existe. Se llama UPN y se viste de regionalismo, aupándose a la potente ola electoral en la que brillan las grandes cifras macroeconómicas del Estado: una bonanza que sitúa a Navarra como la comunidad con la tasa de paro registrado, un 7,15%, más bajo de España. Sin embargo, UPN explota otro resorte electoral: la presión del nacionalismo vasco, erigiéndose en el principal defensor de la identidad propia de Navarra. Pero su propuesta más discutida ha sido la de subvencionar económicamente con 55.000 pesetas mensuales el nacimiento de segundos y sucesivos hijos, para paliar una tasa de natalidad (1,19 hijos por mujer) que están a la cola del mundo. La condición es que uno de los progenitores quede en excedencia laboral durante el tiempo de percepción de las ayudas, que se extenderá, según casos, hasta los tres años. También plantea subvenciones directas de hasta 330.000 pesetas por terceros hijos en otros casos. La oposición ha recibido la oferta natalista de UPN con adjetivos tan gruesos como "rancias medidas predemocráticas" e "insulto a las mujeres", pero muchos ciudadanos han hecho ya cuentas.

¿Y la oposición qué hace entretanto? La izquierda del PSN-PSOE y de IU asumió bien los acuerdos para compartir listas al Senado, aunque no ha brillado el entusiasmo en los mensajes de nadie. Los socialistas deben compaginar al acoso al PP con el mantenimiento de unos pactos autonómicos de legislatura que sostienen a UPN en el Gobierno y en la Alcaldía de Pamplona. Las aguas han vuelto a su cauce en el socialismo navarro tras varios años de turbulencias, que han acabado con el acoplamiento de la nueva dirección leal al secretario general, Juan José Lizarbe, y el sector histórico del partido que tanto luchó contra él.

IU de Navarra, que nunca aceptó la Declaración de Lizarra como instrumento para la paz, mantiene serias divergencias con sus socios en cuestiones clave, empezando por su deseo de ver rota la colaboración política del PSN con la derecha, pero el decreciente respaldo popular a la coalición de Francisco Frutos sólo se frenará si ésta respeta los pactos con Almunia. Y eso pesa más que las diferencias domésticas.

En el sector nacionalista, al que votan regularmente algo menos del 20%, las posiciones no son unitarias. A la abstención de EH hay que contraponer la presencia, por separado, de EA y PNV, que centran sus críticas en la falta de desarrollo autonómico y en el mantenimiento de una política idiomática segmentada en tres zonas geográficas y en los habituales problemas existentes para impulsar líneas de educación en lengua vasca en las zonas donde, a pesar de existir demanda social, la ley no las respalda por encontrarse en un entorno mayoritariamente castellanoparlante.

Por encima de grandes debates ideológicos, los navarros ansían ver culminadas infraestructuras tan destacadas como el Palacio-Auditorio de Congresos, de Patxi Mangado, el Museo-Fundación Oteiza, según la idea de Francisco Sáenz de Oiza; el Archivo General de Navarra, de Rafael Moneo, o la sede del nuevo Parlamento. Y discuten sobre la probable llegada a Pamplona de El Corte Inglés.

"Reforzar nuestro ser"

M. M Pamplona

La derecha navarra, representada por UPN, actúa muchas veces de forma reactiva al nacionalismo vasco. Si el documento estratégico aprobado por el PNV se titula Reconocimiento del ser para decidir, UPN propone en su programa una amplia serie de iniciativas, algunas de ellas ya en marcha, "para reforzar nuestro ser [diferenciado]". "Se trata de fortalecer las estructuras de Navarra para garantizar su futuro", asegura Sanz. Y esas estructuras se llaman televisión autonómica, "de control público y gestión privada", que UPN considera "imprescindible" para que la ciudadanía "perciba una realidad no distorsionada"; la construcción del Canal de Navarra y el desenlace del embrollo jurídico de Itoiz para garantizar el abastecimiento de riego, industrial y urbano de toda la región el próximo siglo; la autopista a Francia a través de los Pirineos para eludir el "embudo" vasco de la frontera de Irún, iniciativa que el PP ha incluido ya en su plan director de carreteras, y la llegada del tren de altas prestaciones que conecte Navarra con la línea del AVE entre Madrid y Barcelona.

En materia económica UPN presenta la fusión ya realizada de las dos cajas de ahorros de la comunidad en Caja Navarra, que seguirá sin democratizar sus órganos de gobierno, pero que podrá actuar como "auténtica entidad de capital riesgo" para financiar proyectos empresariales estratégicos de Navarra. Y también para "servir de freno a otras entidades similares que, perteneciendo a comunidades autónomas distintas, están controladas por poderes públicos que integran a Navarra en esa Euskal Herria inexistente", añade Sanz.

UPN no olvida la importancia estratégica de las telecomunicaciones y apuesta por afianzar a la naciente empresa semipública Retena, adjudicataria del concurso de cable en Navarra, "para contraponer su presencia al influjo de Euskaltel", según la particular lectura del presidente navarro.

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