El 'efecto McCain' logra cifras insólitas de participación en las primarias de EE UU El senador republicano pide el apoyo de los demócratas que votaban a Reagan en California
John McCain hace campaña este fin de semana en California presentándose como el Ronald Reagan del siglo XXI. El senador por Arizona y ex preso de guerra en Vietnam invita a sumarse a su cruzada reformista tanto a los republicanos leales al aparato del partido y su candidato favorito, George Bush, como a los demócratas que en los años ochenta votaban por Reagan. El efecto McCain demuestra que la política interesa a la gente si se ofrece algo nuevo. El duelo entre McCain y Bush ha llevado a las urnas en las primarias republicanas ya celebradas a cantidades insólitas de ciudadanos.
El martes, 1,3 millones de personas participaron en los comicios de Michigan, más del doble de las 524.000 de 1996. Tres días antes, 565.000 acudieron a las urnas en Carolina del Sur, el doble que los 276.000 de 1996. Y a comienzos de este mes, la participación en New Hampshire fue de 396.000 frente a los 302.000 de 1996. En esas tres primarias, no reservadas exclusivamente a republicanos, participaron grandes contingentes de independientes y demócratas movilizados por el atractivo político de McCain, al que la prensa llama Big Mac. Eso permite a McCain proclamarse en California el heredero del actor que fue gobernador de ese rico y poblado Estado y luego triunfó en la Casa Blanca.Bush también arrancó su carrera presidencial identificándose con Reagan. Pero hasta ahora sólo es comparable al expresidente en la simpleza de sus puntos de vista y su simpatía en el contacto personal. El gobernador de Tejas no está demostrando tener el carisma de Reagan en público y, ni mucho menos, su capacidad para conectar con votantes que no sean exclusivamente conservadores.
Los llamados demócratas de Reagan volverán a ser cruciales en la elección del próximo presidente de EE UU. Es un segmento del electorado conservador en materia fiscal y progresista en asuntos sociales. Está a favor de la reducción de impuestos y de que el Gobierno federal se gaste tan sólo lo mínimo imprescindible. Cree incluso que rebajarles los impuestos a los ricos es interesante socialmente, porque así se gastan más dinero en inversión y consumo, favoreciendo la expansión de la economía y la creación de empleo. Pero los demócratas de Reagan, fuertes entre los trabajadores industriales y las clases medias, se oponen a penalizar el aborto, perseguir a los homosexuales, introducir la religión en las escuelas, acabar con la promoción de las mujeres y las minorías raciales o con la educación pública. O sea, están en contra del extremismo que ha dominado al Partido Republicano en la última década y que se identifica con el defenestrado Newt Gingrich.
Ganar el centro
Bill Clinton ganó en los noventa porque centró a un Partido Demócrata que se había ido a la izquierda desde las revueltas de los años sesenta. Lo convirtió a la causa del rigor presupuestario y proclamó que la "era del gran Gobierno ha terminado". Su presidencia ha sido comparada por The New York Times con la de un gobernador de Estado que se ocupa de gestionar asuntos muy concretos de inmediato interés ciudadano.
McCain proclama en California que es el candidato que puede devolver a la causa republicana a millones de independientes y de demócratas de Reagan. Y denuncia que, pese a sus intenciones de crear una gran coalición con su "conservadurismo con compasión", Bush sólo entusiasma al núcleo duro del Partido Republicano.
En su apasionante pulso con Bush, McCain ya ha ganado tres primarias cruciales: New Hampshire, Michigan y Arizona. Le lleva una lígera ventaja a Bush, que ganó los caucuses de Iowa y las primarias de Delaware y Carolina del Sur. Los dos se medirán el martes en un nuevo asalto feroz: las primarias en la conservadora Virginia y el dinámico Estado de Washington, sede de empresas de alta tecnología como Microsoft, Boeing y Amazon. Bush no ha eliminado el desafío de McCain en febrero y quizá tampoco lo consiga en el supermartes electoral del 7 de marzo, cuando votarán Nueva York, California y otra decena de Estados. A estas alturas de la carrera, McCain ha demostrado que él parece más capacitado para derrotar al vicepresidente demócrata y delfín de Clinton, Al Gore.
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