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Conmoción en Rusia por las imágenes de televisión sobre las atrocidades en Chechenia

La difusión mundial por la BBC (y su eco en la televisión rusa) de lo que la cadena estatal británica denomina "primeros indicios visuales dignos de fe" de atrocidades de las tropas federales en Chechenia, fueron recibidas ayer con impotente indignación de la comunidad internacional y rotundas negativas y tibias promesas de investigación del poder central en Moscú. La filmación muestra cómo se arrastra el cadáver de un guerrillero desde un camión y se entierran en una fosa común numerosos cuerpos de combatientes chechenos aparentemente torturados y mutilados.

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El periodista alemán de la compañía N-24 que tomó las imágenes, Frank Höfling, aseguró que había dos fosas: una con 15 cadáveres y otra con 24. Algunos cuerpos llevaban uniformes de camuflaje como los que suelen utilizar los boievikí chechenos, y otros tenían las piernas o los brazos atados, lo que hace poco verosímil que cayeran en acción. Según un portavoz del diario Izvestia, fue su corresponsal en Chechenia, Oleg Blodski, quien grabó el vídeo y cedió luego una parte del mismo a Höfling. Según la misma fuente, los hechos recogidos ocurrieron el 14 de febrero cerca de Urús Martán (y no el pasado jueves en Grozni) y los cuerpos enterrados eran de guerrilleros muertos en choques con las tropas rusas.

Las estremecedoras imágenes se convirtieron inevitablemente en el telón de fondo de la visita a Rusia del comisario para Derechos Humanos del Consejo de Europa, el español Álvaro Gil-Robles, que se mostró "profundamente conmovido" y pidió el procesamiento de los culpables. Su anfitrión, el ministro de Exteriores Ígor Ivanov, prometió que se determinará "dónde, cuándo y quién tomó esas imágenes".

La fiscalía militar calificó el reportaje de "dudoso". Un portavoz del Ministerio del Interior fue mucho más allá y dijo que los autores habían cumplido "una orden política" exterior, y otro se indignó por la "burda deformación de los hechos" y afirmó que eran imágenes de guerrilleros muertos en combate.

Las posibilidades de que, por una vez, se admita la más mínima responsabilidad por los excesos de las tropas rusas en Chechenia son remotas. Cuando periodistas y organizaciones defensoras de los derechos humanos recogen testimonios, por concluyentes que éstos sean, de violaciones, saqueos, torturas o ejecuciones sumarias de civiles inocentes, la respuesta oficial es siempre la misma: que se trata de manipulaciones con el objetivo de desprestigiar a Rusia y minar la moral de sus tropas.

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Gil-Robles viajará próximamente a Chechenia, acompañado de Vladímir Kalamánov, delegado ruso para los derechos humanos en la república caucásica. No será hoy mismo, como pretendía el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa.

Tampoco estaba totalmente claro si el Gobierno de Vladímir Putin concretaría en hechos la promesa de crear en territorio checheno una oficina de protección de la población civil con presencia permanente (y libertad de actuación) de representantes de la organización.

En una conversación con varios corresponsales españoles previa a su encuentro con Ivanov, Gil-Robles recordó que su principal mecanismo de presión sigue siendo la advertencia del Consejo a Rusia de que, si no cambia su comportamiento en el conflicto, puede ser excluida del foro que, además de proteger los derechos humanos en Europa, otorga una especie de "certificado democrático" a sus miembros.

Gil-Robles informó también de que una delegación del Comité de Prevención de la Tortura llegaba ayer mismo a Moscú para viajar inmediatamente a la zona de conflicto. Los Estados del Consejo, dijo, están obligados a abrir sin aviso previo y sin restricciones todos los centros de detención a los inspectores, que incluso pueden efectuar análisis médicos a los detenidos.

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