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Esperanza para los veteranos

Diego A. Manrique

Un repaso a los ganadores de las casi cien categorías de los Grammy sirve para confirmar que se mantienen las tendencias de los votantes. En lo positivo, la desaparición de los prejuicios del sexo: Shania Twain, Diana Krall, June Carter Cash, Yolanda Adams o Shirley Caesar están entre las ganadoras en categorías donde competían con intérpretes masculinos. Igualmente, reconforta que el veto del Miami más intolerante no haya impedido el triunfo de los cubanos Van Van, más de treinta años de existencia, en el apartado de salsa. O que un rebelde como Chris Pérez, estigmatizado como "el viudo de Selena que reniega de su música", se haya llevado el premio de rock latino. Más triste es comprobar que el atajo para llevarse un Grammy pasa por hacer versiones de clásicas (Lenny Kravitz, Metallica). Y los votos automáticos para personajes con marca registrada de "calidad", como Sting o Tito Puente.La avalancha de estatuillas para Carlos Santana, aparte de detalles aberrantes (resulta dudoso que su dueto con Eric Clapton pase a la historia del rock instrumental), confirma que la dictadura de las modas y el culto a lo juvenil pueden ser vencidos. Aunque sea recurriendo a sus mismas armas: cansado de ser sampleado y plagiado por los jóvenes leones, reducido a los circuitos del classic rock y la world music, Carlos decidió remozar su propuesta bajo la supervisión del avispado Clive Davis. El director de Arista Records le arregló citas con figuras del rap, el rock alternativo y algunas superestrellas (Eric cumplió, Mick Jagger no llegó). Más mexicanos internacionales, como Maná, por una vez alejados de los esquemas de The Police.

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Esencia

La fórmula de Davis -diferentes productores y compositores, abundantes invitados- suele generar discos envasados al vacío, donde el artista apenas respira entre el ansia de complacer a los diferentes mercados. No ocurre nada parecido en el caso de Carlos Santana: su guitarra domina todos y cada uno de los extensos temas de Supernatural, que se desvanecen entre solos orgásmicos. K.C. Porter y demás productores han respetado la esencia de Santana.

Eso sí: Davis insistió en que los vídeos de Supernatural fueran menos espirituales y más carnales; en esos clips, dominan las bailarinas cimbreantes y con poca ropa, aunque se agradece que no se parezcan demasiado a los batallones coreografiados que arropan a Enrique Iglesias, Ricky Martin o Marc Anthony. Que nadie se escandalice: aparentemente, Methatron, la divinidad de Carlos, le envió a la Virgen de Guadalupe para confirmarle que sí, que todo vale cuando se trata de llevar la luz de la verdad al descreído público juvenil.

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