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El imputado por el 'crimen del anticuario' de Vitoria cambia de coartada y dice que estaba en un casino de Madrid

El acusado por el asesinato de un anticuario de Vitoria ocurrido en el interior de su establecimiento el 28 de enero del 98, cambió su coartada en el primer día del juicio y aseguró que la fecha del brutal asesinato estuvo en la localidad madrileña de Torrelodones, concretamente en un casino ilegal y en un club nocturno. De esta manera, José Carlos Josemaría, que se autodefinió profesionalmente como chamarilero -dedicado a la compraventa de antigüedades- intentó exculparse de un delito que en su momento convulsionó a la ciudad y que costó la vida al anticuario de 71 años Ángel Quintana.La vista oral presidida por la magistrada Mercedes Guerrero y con un jurado compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres se inició con un alegato de la fiscal en el que destacó la "frialdad" con la que se ejecutó el crimen, cometido con diversos objetos contundentes -dos candelabros, un reloj y un almirez-. Tanto la acusación pública como la particular atribuyeron a las cuantiosas deudas del inculpado el origen de un delito por el que demandan 25 y 30 años de prisión respectivamente. El acusado negó en todo momento que hubiera estado en Vitoria el día de autos, y señaló que en la madrugada del 28 al 29 de enero se encontraba en Torrelodones en compañía de un joyero amigo suyo.

A pesar de que contradecía su primera declaración (inicialmente declaró a la Ertzaintza que se hallaba en Arévalo, su localidad de residencia), ayer indicó que esa noche estuvieron en un casino ilegal y posteriormente en un club nocturno, regresando más tarde a la localidad abulense. Después de encararse en varias ocasiones con fiscal y abogado de la acusación, Josemaría negó que una carta y varias llamadas realizadas a su socio de Madrid después de ser detenido tuvieran como objetivo crearse una coartada y aseguró sólo perseguían "que dijera la verdad". El mando de la Ertzaintza que llevó las investigaciones describió las pruebas que les llevaron hasta el procesado. Después de investigar el entorno profesional de la víctima, supieron que un conocido de Arévalo había estado en Vitoria la tarde del asesinato.

Tras arrestarlo en la población de Ávila, comprobaron que tenía en su poder unos zapatos cuya huella coincidía con las manchas de sangre encontradas en el interior de la tienda en donde se produjo el homicidio. Otros testimonios llevaron a la policía a comprobar que el acusado había propuesto un mes antes a un socio suyo la comisión del crimen, ya que Quintana "era una presa fácil" para poder "noquearlo" y vender por un millón de pesetas cada uno de los relojes antiguos de su colección. Ante la negativa de éste, Josemaría le comentó que "ya tenía gente" para hacerlo. Las indagaciones dieron con el acompañante que presuntamente estuvo en Vitoria con el inculpado. Se trata de B.C., un hombre que le solía ayudar a descargar en la furgoneta, y que en su declaración ante la Ertzaintza señaló haber estado en la capital alavesa con Josemaría, pese a desconocer el objetivo del viaje. El vehículo fue filmado ese día por las cámaras del Parlamento vasco y en su interior se encontraron restos de sangre de Quintana.

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