De Riego
Leo en las páginas de El País Madrid del pasado día 9 de febrero la crónica municipal que firma R. Fraguas: la iniciativa presentada recientemente por el líder de la oposición socialista Fernando Morán para dar el nombre de Riego a una plaza próxima al lugar en que se perpetró aquel crimen de Estado. Me parece muy encomiable, y por ello me sumo a la misma: la idea del señor Morán de enaltecer la memoria del general Riego. Es, sin duda, una acción propia de la hidalguía de su autor. Y a fe que nada honra más a uno que honrar a quien merece honor, y, desde luego, nadie lo merece más que aquel gran patriota.Por consiguiente, puede estar seguro el señor Morán de que sus simpatías por este personaje histórico no son mera debilidad de asturianismo, pues si bien es verdad que don Rafae1 nació en el concejo asturiano de Tineo, a orillas del Narcea, no es menos cierto que sus merecimientos rebasan con mucho los límites de la patria chica para alcanzar los de España entera, a la que sirvió heroicamente.
Como la propuesta socialista puede tropezar con la objeción de que Rafael de Riego tiene ya, desde tiempo inmemorial, una calle en nuestra ciudad, que la dictadura rebautizó con el nombre de Brunete, y a la que el Ayuntamiento presidido por Tierno Galván restituyó su nombre original, parece oportuno apuntar que existe en el nomenclátor de Madrid un precedente: dos calles dedicadas al mismo personaje, la del Pintor Ribera y la del Españoleto. En cualquier caso, me inclinaría por erigirle una estatua con una placa de abierta condena a todas las fuerzas conjuradas en el magnicidio y de desagravio al personaje. Riego y Madrid, bien lo merecen.- . .
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