Un centrista con problemas populares
Manuel Pimentel (Sevilla, 38 años) ha sido ministro de Trabajo apenas 13 meses, un tiempo breve pero intenso en el que ha logrado importantes acuerdos sociales y, sobre todo, ha mantenido importantes encontronazos dentro del Gobierno y de su propio partido en defensa de una línea dialogante y centrista, más allá de lo que proclama oficialmente su partido, el PP. Las irregularidades descubiertas sobre las actividades de un estrecho colaborador, Juan Aycart -hasta el viernes director general de Migraciones y jefe de su gabinete cuando Pimentel era secretario general de Empleo-, han sido el detonante para su fulminante espantada de la política 22 días antes de las elecciones.Pimentel conoció las investigaciones que estaba realizando un equipo de periodistas de la Cadena SER el pasado lunes, y le produjo una gran conmoción saber que la mujer de Aycart era copropietaria de una empresa dedicada a dar cursos de formación que ha sido beneficiada por ayuda públicas de 2.000 millones de pesetas.
El impacto fue tremendo, y le llegó en unos días en los que estaba siendo ninguneado desde el Gobierno y desde el PP en la resolución del conflicto de violencia racista de El Ejido. Según la Cadena SER, el alcalde de esa localidad, Juan Enciso, "uno de los más ultramontanos del PP, llegó a colgarle en repetidas ocasiones el teléfono". Con este telón de fondo, el miércoles circuló el rumor entre políticos y sindicalistas de que Pimentel iba a presentar su dimisión de forma inminente.
Él fue muy cuidadoso en desmentir esa posibilidad, y el miércoles por la noche aseguraba a EL PAÍS que no era ésa su intención. Incluso desvió la conversación, al afirmar: "Estoy muy contento porque Acebes [ministro para las Administraciones Públicas] va a coordinar todas las actuaciones para El Ejido". Al día siguiente, el jueves, pasó el relevo a Acebes, en una reunión con los inmigrantes y con los sindicatos, en la que Pimentel apenas estuvo un cuarto de hora, dejando patente que había sido apartado de las responsabilidades.
Esa misma noche asistió a la fiesta de Cambio 16, y optó por sentarse en la mesa en la que se encontraba Cándido Méndez, líder de UGT, familiares de Ramón Rubial y dirigentes del PSOE. Claramente aparte del lugar que ocupó su entonces compañero de gabinete Mariano Rajoy, ministro de Educación.
Su balance como ministro de Trabajo lo coloca sin duda como la cara centrista del gabinete del PP. Las decisiones que ha tomado en estos 13 meses han estado dirigidas a los sectores más desfavorecidos. Una de las más importantes la tomó en septiembre pasado, sacando adelante un acuerdo para mejorar las pensiones mínimas, en contra claramente del criterio de los responsables del Ministerio de Economía, incluido su máximo responsable, Rodrigo Rato.
La propuesta que presentó Economía a los sindicatos consistía en que la comisión de seguimiento de la Seguridad Social hiciese pública una declaración reconociendo que las pensiones se habían revalorizado por encima de la inflación durante la legislatura del PP.
Esa opción fue rechazada tajantemente por los sindicatos, y el ministro de Trabajo sacó adelante la demanda de UGT y CCOO para mejorar las pensiones mínimas sensiblemente y para cerrar un acuerdo que supuso un aumento de entre el 5% y el 14% para las prestaciones más bajas de la Seguridad Social, entre ellas las de viudedad y orfandad.
También mantuvo Pimentel un criterio diferente al de Economía al proponer que el salario mínimo subiese en el año 2000 más que la inflación prevista (2%) y así recuperase el poder adquisitivo perdido en 1999. La discrepancia se cerró en este caso a favor de Economía.
Además de esas medidas, Pimentel impulsó desde Trabajo una reforma para mejorar la normativa de las empresas de trabajo temporal (ETT), y cerró un pacto con los sindicatos para igualar los salarios a los de las empresas que contratan a esos trabajadores. Esta medida le supuso severas diferencias con los empresarios, especialmente con el sector de ETT.
En su etapa de secretario general de Empleo, con su amigo Javier Arenas como ministro, estuvo en la sala de máquinas para sacar adelante los incentivos a la contratación estable, o las normas para impulsar la contratación estable, y la resolución pactada de los conflictos laborales.
Esa trayectoria permite que los dirigentes sindicales con los que ha tenido que mantener pulsos hagan un balance favorable. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, manifestó anoche que Pimentel "es un buen tipo y un hombre digno". Asimismo añadió: "El respeto que le tengo, y el afecto aumenta con su dimisión". El líder de CCOO, Antonio Gutiérrez, le hacía este reconocimiento: "Tiene todos mis respetos. Sin necesidad del gesto de su dimisión, ya me había demostrado su alto sentido de la ética y de la responsabilidad". Sobre su trayectoria al frente de Trabajo, cree que es "un ministro que en poco tiempo va a dejar más huella que muchos de los que han pasado por ese ministerio".
La dimisión de Pimentel como ministro se produce pocas semanas después de anunciar su segundo portazo a la política. Hace un mes, confirmó su negativa a encabezar la lista del PP al Congreso por Córdoba, puesto para el que estaba predestinado desde hace meses y en el que él se había implicado a fondo tras el verano, informa Luis Barbero.
De Pimentel, ingeniero agrónomo y licenciado en Derecho, se destaca su capacidad de trabajo y organización y su brillantez intelectual. Pero también, su escasa vocación política y su devoción por lo privado. Hace un año y medio, estuvo a punto de dejar la Secretaría General de Empleo y aceptar la presidencia de Sevillana de Electricidad. Desistió ante la inminencia de los cambios que llevaron a Javier Arenas a la secretaría del PP y a él lo encumbraron en el Ministerio de Trabajo.
La negativa de Pimentel a encabezar la lista de Córdoba causó en su momento extrañeza y desconcierto en el PP andaluz, sobre todo porque la campaña de los populares en esta provincia estaba diseñada a su imagen y semejanza. Aunque Pimentel había comunicado a finales de diciembre, en foros reducidos, su intención de dejar la política activa, poca gente le creía, o, más bien, confiaba en que su estrecha amistad con Arenas frustrase este propósito. Pero, no. Pimentel se mantuvo firme y confirmó su abandono.
Probablemente, Pimentel volverá ahora a la empresa privada, faceta que le provocó en su anterior etapa política en Andalucía, entre 1990 y 1994, más de un disgusto. En 1993, el PSOE le acusó de utilizar su escaño en la Cámara andaluza para favorecer a las empresas en las que tenía intereses. Como portavoz de Economía del PP, Pimentel preguntó varias veces en el Parlamento autonómico por el reparto de los incentivos regionales, unos fondos multimillonarios destinados a la creación de empresas y puestos de trabajo. Pimentel era propietario de Ingeniería y Gestión del Sur, una sociedad dedicada a elaborar consultorías para empresas que quisieran acogerse a los incentivos regionales. Además, era accionista de Construcciones y Depuraciones, que había recibido estas subvenciones en 1989, un año antes de ser diputado autonómico.
El hasta el lunes ministro en funciones se defendió entonces diciendo que desde que entró en política se había desligado de su actividad empresarial. No obstante, en una acalorada comisión parlamentaria, en medio de los reproches del PSOE, dijo: "Soy empresario y lo voy a seguir siendo". Poco después, en 1994, protagonizó su primera fuga de la política, para la que fue recuperada en 1996 por su amigo Arenas, tras ser designado éste como ministro de Trabajo.
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