Las infecciones hospitalarias causan 5.000 muertes anuales en el Reino Unido Un informe oficial señala la falta de higiene como la principal causa del contagio
Las infecciones hospitalarias, debidas en su mayoría a bacterias resistentes a los antibióticos, causan todos los años cerca de 5.000 muertes en el Reino Unido. Según un informe encargado por el propio Gobierno, otras 15.000 personas acaban falleciendo semanas después de recibir el alta por complicaciones derivadas del contagio. La falta de higiene en los centros médicos y la escasez endémica de fondos, que obliga a instalar a demasiados pacientes vulnerables en una misma sala, han favorecido la propagación de unos patógenos cada vez más difíciles de combatir.
Elaborado por el Servicio Nacional de Auditorías, el estudio calcula que la sanidad pública británica gasta 1.000 millones de libras anuales (271.000 millones de pesetas) en atender a estos pacientes infectados. Muchos de ellos acaban necesitando varios meses de convalecencia bajo la atenta mirada de los expertos. "Puede decirse que 1 de cada 10 enfermos ingresados en un hospital sigue allí después de haber sido operado. La culpa es de las infecciones contraídas dentro", añade el informe. Muy crítico con las fundaciones sanitarias que gestionan los centros públicos, el trabajo asegura que los contagios podrían reducirse en un 15% si el Gobierno financiara mejor las medidas internas de control infeccioso. "Mientras algunos hospitales llegan a gastarse hasta un millón de libras al año (271 millones de pesetas) en prevenir estos brotes, otros disponen de 500 libras escasas (135.500 pesetas) para protegerse", afirma el estudio.
También apunta el informe oficial que muchos gerentes sólo toman medidas para atajar una infección coyuntural y luego bajan la guardia. Dicho olvido la convierte en endémica, como sucede ya en muchos centros con la bacteria MRSA (estafilococo aureus resistente a la meticilina), una de las más peligrosas.
Según David Davis, presidente de la comisión de Cuentas de la Cámara de los Comunes, que ha recibido el informe, "resulta imperdonable que a estas alturas los cirujanos olviden lavarse bien las manos antes de operar". Su opinión fue compartida ayer por el diputado laborista Paul Flynn, encargado de temas sanitarios, que abogó por el regreso de enfermeras cualificadas a las salas de operados, niños y ancianos, los principales grupos suspectibles de infectarse. "Menos médicos a cargo de la higiene y más enfermeras con sentido común", dijo. El informe oficial admite que los primeros se muestran a menudo "agrios" cuando se les recuerda que deben lavarse adecuadamente las manos.
Falta de camas
Pero la falta de higiene no explica por sí sola el aumento de estas infecciones clínicas. El uso indiscriminado de fuertes antibióticos ha favorecido asimismo la aparición de bacterias que acaban haciéndose inmunes al remedio utilizado contra ellas. La falta de camas es otro de los factores que ha contribuido al contagio. Como a los hospitales públicos se les exige eficacia y diligencia, la concentración de pacientes recién operados en una misma planta -algo que también sucede en las salas para infecciosos- facilita la propagación de los patógenos.
A Paul Hind, un pensionista que fue al hospital a que le pusieran una válvula cardiaca, la superbacteria MRSA lo llevó a la tumba. El grupo de los estafilococos aureus, a los que pertenece la peligrosa MRSA, viven en la piel, nariz y garganta de un tercio de la población sin crear nunca problemas.
Cuando se vuelve inmune a los antibióticos, los epidemiólogos la consideran uno de los mayores problemas clínicos de la actualidad. En el caso de Hind, la investigación efectuada por el centro médico de Cheshire, en el sur de Inglaterra, donde le operaron, concluyó que fue introducida en la sala donde se recuperaba "por una visita".
Roseann Millar llegó a tiempo de salvarse. Al regresar a casa después de una histerectomía (vaciado del útero), notó una rozadura en la ingle. Al día siguiente le diagnosticaron una fascitis necrosante, una infección bacteriana que parece devorar los tejidos. La convalecencia duró seis meses y se ha quedado casi inválida, pero no ha conseguido que la indemnicen. El hospital niega toda responsabilidad en el contagio.
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