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Los partidos del Ulster, sin fórmulas para reavivar el proceso de paz a corto plazo

Berna González Harbour

La desolación se ha instalado en el castillo de Stormont, sede del Gobierno y la Asamblea autónomos recién suspendidos en el Ulster. Ninguno de los partidos concibe aún una fórmula a corto plazo que encarrile el proceso de paz tras los acontecimientos de los últimos días, y la situación ha quedado en un limbo peligroso para la estabilidad conseguida, según coincidían ayer en Belfast todos los partidos consultados. Hoy por hoy, las demandas de unionistas y republicanos son dos paralelas incapaces de hallar un punto donde cruzarse.

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En medio de ese enfrentamiento frontal, el Partido Socialdemócrata Laborista (SDLP, católico) de John Hume, el más votado en el Ulster, y otros más pequeños que firmaron el Acuerdo de Viernes Santo intentan, por separado, resucitar algún tipo de negociación entre todos los partidos para evitar el colapso total del proceso de paz.Esta vez, nadie cuenta con el regreso del mediador estadounidense George Mitchell, que en noviembre abandonó el Ulster después de lograr poner en marcha el autogobierno compartido entre católicos y protestantes, que fue suspendido el viernes por Londres. "Mitchell hizo todo lo que pudo, y ya es hora de que los irlandeses dejemos de ser niños y solucionemos nuestros asuntos. Tenemos que ponernos de pie y andar", declaraban ayer fuentes del SDLP. El partido de Hume, quien compartió con el líder unionista David Trimble el premio Nobel de la Paz en 1998 por su contribución a este proceso, está proponiendo que el Gobierno británico convoque una reunión con todos los partidos y con el general canadiense John de Chastelain, presidente de la Comisión de Desarme, para aclarar la situación y los problemas que bloquean el proceso.

"Es hora de que el Sinn Fein diga qué problemas tiene para conseguir el desarme. Hay que intentar poner a los unionistas y al Sinn Fein en la posición en que estaban antes", aseguran.

Pero las mismas fuentes reconocen que va a ser muy difícil. David Trimble partió ayer hacia Estados Unidos, donde el lunes se entrevistará con Sandy Berger, consejero de seguridad nacional del presidente Bill Clinton, pero deja atrás unas reclamaciones que ni el Sinn Fein ni el SDLP aceptan: la revisión del proceso de paz.

Esta revisión, según fuentes unionistas, consiste sobre todo en el desarme, pero también en volver a poner sobre la mesa la reforma de la policía, que ya estaba aprobada, y cuestiones del funcionamiento interno del Ejecutivo autónomo que no les han gustado en sus ocho semanas de funcionamiento.

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El principal partido unionista, el UUP, de hecho, ha creado un grupo de trabajo para sentar las bases de esa revisión. "No sabemos cuándo empezará ni cómo será esa revisión, pero hay que resolver estos problemas", afirma un portavoz unionista. Si no hay desarme, el UUP no volverá a un Ejecutivo compartido. Por ello, "la cuestión no es qué vamos a hacer nosotros, sino qué van a hacer ellos", en referencia al Ejército Republicano Irlandés.

Y ellos, los republicanos del Sinn Fein, el brazo político del IRA, no creen que tengan nada que hacer. "El Acuerdo de Viernes Santo no contiene nada sobre una renegociación. Los unionistas nunca han estado felices con este acuerdo, y ahora quieren reescribirlo", afirmaban ayer fuentes del Sinn Fein.

Para Gerry Adams, no hay nada que revisar. Su partido analizará en congreso, el próximo 27 de febrero en Dublín, la nueva situación, pero todas las fuentes descartan su retirada del proceso de paz.

El viejo castillo de Stormont, que estuvo vacío durante casi 30 años mientras el Ulster era gobernado desde Londres, ha vuelto a quedar inactivo. Los escaños de la Asamblea están vacíos, y en los pasillos caminan despistados los diputados y ministros, ya sin cartera. Los miembros del Sinn Fein y del UUP evitan mirarse al cruzarse en la cafetería, y no ocultan un gesto digno en su rostro.

La atmósfera es pésima, y como reconocían ayer algunos diputados, el clima de confianza que se había creado durante los últimos años del proceso de paz, simplemente, "se ha evaporado".

"La decisión de Peter Mandelson de suspender los poderes fue sorprendente, porque no ofrecía ninguna alternativa. Estaba claro el camino de salida. Pero ¿y el de entrada?, ¿el de regreso?", se preguntaba ayer Jane Morrice, diputada de la Coalición de Mujeres. "Ahora nadie sabe cuál es la fórmula para seguir adelante".

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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