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Elecciones 2000

Cuando el Boeing suena a gloria y el Concorde a estruendo

Vicente G. Olaya

El ruido es uno de los factores ambientales que más se han investigado en los últimos años con el fin de conocer sus efectos sobre la salud y la conducta de los seres humanos. Se sabe que la exposición a más de 80 decibelios (el ruido originado en una calle de una gran capital o el que causa el aire acondicionado de una oficina) durante ocho horas al día puede reducir el umbral de audición de los individuos, lo que se denomina hipoacusia o sordera parcial, que viene acompañada de zumbidos y silbidos.La hipertensión arterial puede tener su origen también en el exceso de contaminación acústica. En 1986 se compararon dos colegios de Los Ángeles (Estados Unidos). Uno de los centros se encontraba cercano al aeropuerto de la ciudad; el otro, alejado bastantes kilómetros. La presión arterial de los alumnos del primer colegio era significativamente mayor que los del segundo. Sólo la contaminación acústica causada por el aeródromo podía explicarlo.

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En 1980, un estudio realizado entre poblaciones que se sitúan cerca del aeropuerto de Amsterdam (Holanda) contrastó la hipertensión arterial que sufrían sus residentes, así como el mayor consumo de somníferos, tranquilizantes y medicamentos que realizaban los vecinos para combatir los problemas cardiovasculares, de nerviosismo y tensión que les aquejaban. Once años antes se comprobó también que "las tasas de ingresos en instituciones psiquiátricas en la zona del aeropuerto de Heathrow [Londres] eran más elevadas que las registradas en zonas menos impactadas por el ruido", según los expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Dificultades para dormir

De todas formas, los problemas del sueño "se pueden considerar como la alteración más importante causada por el ruido ambiental". A partir de los 45 decibelios (el que se produce en un hogar), se manifiestan dificultades en dormir, en la disminución de la profundidad del sueño e incluso en el despertar. Se recomienda, para preservar su calidad, que el nivel equivalente de sonido no sobrepase en los dormitorios los 35 decibelios (el que produce el murmullo).

Los expertos han comprobado que las personas que duermen en zonas excesivamente ruidosas presentan, además de los citados problemas para conciliar el sueño, sensación de fatiga, disminunción del humor y una reducción del rendimiento laboral.

Las mujeres y los niños, por regla general, son los que sufren más profundamente los efectos de la contaminación acústica. Una investigación realizada con escolares próximos a la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) y que soportan picos de impacto sonoro de hasta 103 decibelios, permitió comprobar el bajo rendimiento de los alumnos en pruebas de atención y lectura. En concreto, el estudio descubrió que el rendimiento en la lectura se situaba entre seis meses y un año por debajo de la media nacional.

Isabel López Barrio, investigadora del Instituto de Acústica, recuerda que existe un continuo deterioro del medio ambiente sonoro a causa del aumento del tráfico aéreo y terrestre y del desarrollo urbano. "Entre 1980 y 1990, el porcentaje de población expuesta al ruido por encima de los 65 decibelios [el ruido producido por el tráfico denso] se ha incrementado del 15% al 26%. Además, el ruido es el único contaminante ambiental sobre el que se han incrementado las quejas de los ciudadanos desde 1992", destaca la experta.

"La salud", señala López Barrio, "es un estado de equilibrio entre la persona y el entorno físico en el que vive. Si el ambiente sonoro se convierte en ruido, se rompe el equilibrio y nos afecta negativamente".

De todas formas, la sensación de ruido es subjetiva. "El ruido define sólo el 16% de la respuesta" del individuo, lo que significa que el 84% de los factores restantes son subjetivos. Un mismo sonido puede producir amplias y variadas clases de reacciones.

Un estudio de López Barrio permitió comprobar que el ruido del tráfico de las grandes arterias de una ciudad, aunque la mayoría lo relacionaba con la contaminación y el derroche, para una minoría representaba el cosmopolitismo y la vitalidad de una gran capital. Por tanto, en función de su significado, un mismo ambiente sonoro puede transformarse en sonido o en agresivo ruido. De hecho, se ha contrastado que hasta los sentimientos patriótricos pueden influir en esta percepción. Un estudio realizado en 1980 demostró que los norteamericanos se sentían más molestos ante el ruido del Concorde francés que ante cualquier otra aeronave construida en Estados Unidos.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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