Scott Hicks narra un conflicto en EEUU con emigrantes japoneses El nuevo filme del director de 'Shine' aborda el racismo antinipón
Hay un mojón en el camino de Scott Hicks. Shine, el filme sobre las penas y glorias del pianista David Helfgott, ilumina desde 1996 la carrera de este cineasta cuarentón con aspecto de hippy reciclado. Avalado por las siete candidaturas al Oscar, incluidas mejor película y por su trabajo de realización, Hicks entró en el panteón de los grandes de Hollywood. Pudo por fin codearse con los colegas de profesión que la industria escucha sin rechistar. "Fue como un viaje en cohete en el que intentaba agarrarme al asiento mientras la euforia crecía y crecía. La audiencia enloqueció y los profesionales me llamaban genio. Pero mi mujer, Kerry, me devolvía cada día a la tierra", admite el director en Londres.A Shine debe Hicks la puesta en marcha de su última aventura, la adaptación del éxito de ventas de David Guterson, Snow falling on cedars (Mientras nieva sobre los cedros) con Ethan Hawke y Youki Kudoh en los papeles estelares y Max von Sydow o Sam Shepard entre los secundarios. "Shine abrió un nuevo mundo para mí. Tengo ahora acceso a material, recursos y actores extraordinarios. Nunca pensé que Shepard, la personificación de integridad e inteligencia, estuviera a mi alcance. Olvidé que había entrado en el área donde obtienes todo lo que pides", cuenta aturdido por su nueva posición.
En Mientras nieva sobre los cedros, estrenada recientemente en España, Hicks toma una ruta dura y distante de sus raíces. Se aleja de su tierra de adopción, Australia, para asentarse en la costa del Pacífico americano, en una isla ficticia cerca de Seattle. Allí conviven en aparente armonía pescadores del Estado de Washington, al noroeste de EEUU, con las primeras hornadas de emigrantes japoneses.
Imágenes y música
Pero en 1950 una muerte sospechosa enrarece la convivencia y saca a relucir recuerdos dolorosos que se tenían por olvidados entre las dos comunidades. "Hay muchos puntos de vista en la película y opté por reducir el diálogo al mínimo para contar la historia con imágenes y música. El impacto emocional se transmite en las imágenes. Con frecuencia, las palabras no expresan sentimientos, sino que los ocultan y debemos por tanto confiar en lo que leemos en las expresiones de la gente", explica el realizador.
Un recuerdo conduce a otra memoria más lejana en una estructura circular a partir de un proceso judicial que enfrenta y divide a los isleños. La tragedia de los vecinos japoneses, encerrados en campos de concentración durante la II Guerra Mundial, sirve de trasfondo socio-político a una historia de amor obsesivo, revancha, odio y reconciliación. "Se trata de aceptar el pasado, tanto individual como colectivo. Vemos cada día conflictos y prejuicios raciales y todas las comunidades tienen elementos vergonzosos en su pasado y en su comportamiento con las minorías étnicas. Vivimos cada día con nuestros recuerdos de forma que el pasado siempre está presente", continúa.
Hicks achaca a su pasado itinerante -nació en Uganda, se crió en Kenia e Inglaterra y reside desde la adolescencia en Adelaida, Australia- el interés por este drama lejano en el tiempo, pero de sabor contemporáneo. Puso especial atención en la veracidad de los detalles salvo, según le critican en algunos países, en la elección de la protagonista, la adolescente que peregrina al Memphis de Elvis Presley en la película de Jim Jarmush, Mistery train.
Youki Kudoh, por su parte, nació en Japón y, como señala La Covina, nombre artístico de una bailaora de flamenco, nacida en EEUU de padres japoneses, "no es lo mismo". "Este papel debería interpretarlo una actriz estadounidense-japonesa", dice desde Seattle.
Babelia
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