Críticas especulares
Así podríamos denominar la reacción de todos aquellos que ven en quienes les acusan su propia imagen y, apresurándose a acusar a su vez al otro de lo mismo, acaban dándole doblemente la razón, pues ello equivale a admitir, primero, que efectivamente actuaron de ese modo, y segundo, que su actuación era censurable.Pero no quiero referirme aquí al ytumasismo practicado a todas horas por nuestra clase política, sino a la carta al director enviada por Carlos Lomas y Amparo Tusón el pasado 24 de enero en relación con las políticas de defensa de las lenguas minoritarias.
A su juicio, "cualquier crítica a las ideologías que subyacen a los procesos de normalización lingüística... se ejerce en nombre de otra ideología lingüística". Esta forma de razonar reproduce tanto el argumento especular arriba comentado como la falacia de quienes consideran que "no A" equivale a "anti-A" (quien no está conmigo está contra mí), falacia a tenor de la cual el comunismo sólo podría rechazarse desde el anticomunismo, no desde la democracia, y una religión sólo podría ser criticada desde otro credo religioso, nunca desde el ateísmo o el agnosticismo.
En realidad, la segunda parte de la frase entrecomillada tendría que rezar así: "... puede y debe ejercerse en nombre de los hablantes de la lengua víctima de la normalización". Detrás de una lengua no debería haber ninguna ideología, y de hecho, normalmente no la hay. Es sólo el empeño en sacralizar una lengua lo que pone en marcha el intercambio vociferante de diatribas desde púlpitos ideológicos.
El españolismo se había extinguido a efectos prácticos, y si ha reaparecido -tímidamente- es porque los nacionalistas lo necesitaban para alimentar su eterno victimismo.- .
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