Doce ministros sin carteras
Mañana, los 12 hombres y mujeres del Gobierno autónomo del Ulster empaquetarán sus cosas y cerrarán sus despachos después de vivir dos meses de auténtico ensueño. En este tiempo, los periódicos abandonaron las noticias ya aburridas del proceso de paz y se dedicaron a registrar cada paso de los flamantes ministros, cada proyecto, cada inauguración. Quien no iba a abrir una universidad en el muro que divide Belfast Este del Oeste (Sean Farren, ministro de Universidades, Formación y Empleo) proponía la construcción de una polémica maternidad en el centro de Belfast (Bairbre de Brun, ministra de Salud), pateaba los colegios para estudiar sus necesidades (Martin McGuinness, ministro de Educación) o se enfrentaba a las protestas de los agricultores en las escaleras de Stormont, que acababan, por cierto, en sonoros aplausos mientras la ministra Brid Rodgers proponía soluciones.
Los políticos que antes no querían ni compartir los lavabos bromeaban juntos en la mesa redonda de sus consejos de ministros.
Lo normal, lo que ocurre en cualquier comunidad desarrollada del mundo, con unos ministros o gestores organizando la vida, era noticia en el Ulster. Por un momento, parecía que todos se divertían jugando a un monopoly virtual, distribuyendo fondos, abriendo centros... gobernando.
Este fin de semana, tras la disolución del autogobierno y la devolución del poder a Londres, Irlanda del Norte despierta de un gran sueño: el poder compartido de un modo civilizado. Hasta nueva orden, los 12 quedarán en el limbo, dedicados de nuevo a hablar de paz en lugar de construir esa paz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.