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Reportaje:EXCURSIONES

Naturaleza enladrillada

Encinares, fresnedas, praderíos y cañadas resisten el cerco de los chalés en la zona más poblada de la sierra.

De todos los pueblos de la sierra, ninguno como Alpedrete puede llevar con tanta justicia la nobleza de la piedra en el nombre. De sus cientos de canteras de granito salieron los adoquines del viejo Madrid, los sillares de Nuevos Ministerios, la piedra de Las Ventas, las moles del Valle de los Caídos... Generaciones de esforzados cortadores, labrantes y mamposteros han mantenido viva aquí la cantería artesanal hasta las postrimerías del milenio: como el veterano Ángel Montalvo o como los alpedreteños que restauraron no hace mucho la catedral de Santo Domingo de la Calzada.Por eso produce infinita lástima ver que también en Alpedrete el vil ladrillo ha vencido a la augusta piedra berroqueña, y que este municipio, situado en la horcajadura de la N-VI y la carretera de Villalba al puerto de Navacerrada, ya no es más que un laberinto kilométrico de chalés sin carácter, casi un suburbio de Villalba. No sólo la cantería de maceta y cincel, sino la ganadería y los verdes paisajes asociados a ella están a punto de perderse en la telaraña de las urbanizaciones que se extienden desde Villalba por Alpedrete, Collado Mediano, Guadarrama, Los Molinos..., lugares donde pronto no va a quedar espacio ni para construir un exin castillos.

Los 'carrilanos'

Otros tipos duros como los canteros, pero de distinta ralea, fueron los carrilanos, aquellos que hacia 1880 colocaron las vías del ferrocarril Villalba-Segovia. Las crónicas recuerdan que eran alrededor de 200 hombres, muchos de ellos presidiarios, "forjados a maza y barreno, pendencieros y peligrosos, a los que su capataz había de hablar pistola al cinto". Con los carriles puestos llegó el tren. Con el tren, los veraneantes y una nueva forma de ver la sierra, como una colonia dependiente de la ciudad, a donde exportar los usos y aquitecturas de ésta, modificando el territorio a capricho. Y también con el tren -por qué no- llegamos ahora a Alpedrete a buscar las últimas parcelas verdes del piedemonte guadarrameño.

Desde el apeadero de Mataespesa-Alpedrete, nos echaremos a andar por el camino de la Estación y luego por la avenida de los Canteros para, a los 300 metros, doblar por la calle de Navacerrada. Al final de esta larga calle en cuesta, y como a 20 minutos de la estación, hallaremos la urbanización Los Arcilleros -de adosados amarillos con tejados de pizarra- y por la breve travesía de Navacerrada, que acaba en fondo de saco, saldremos de frente al campo por un camino que se abre paso entre canteras abandonadas.

Tras rebasar un murete derruido, dicho camino se prolonga por una senda flanqueada por cercas de piedra y señalizada con vaquitas de color verde. Se trata de una vieja vía pecuaria que conduce entre lindes de fincas y encinares salvajes, sin pérdida posible, hasta un paso bajo la línea férrea -a una hora del inicio- y desemboca poco más allá, después de franquear un portón metálico, en el ancho camino de los Barrizales, que hay que seguir hacia la derecha.

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Tomando en la siguiente bifurcación por el ramal de la izquierda, pronto dejaremos a mano derecha un tentadero. Diez minutos después -500 metros-, nos desviaremos a la izquierda para, en otro tanto, cruzar la carretera de Guadarrama a Collado Mediano y continuar por amplia cañada con rumbo norte, entre fincas de ganado bravo, hasta salir a una cerrada curva de la carreterilla de Los Molinos a Collado Mediano, cumplidas ya dos horas de camino.

Desde los montes de El Escorial hasta la Maliciosa: todo el alto Guadarrama se nos habrá ofrecido a la vista llaneando entre dehesas de fresnos y encinas... Sólo resta media hora: ascender por un sendero que corre por la izquierda de la carretera, pegado a una alambrada, y luego por el arcén de la misma calzada hasta llegar a la estación de Los Molinos, desde donde el tren nos devolverá a Alpedrete condensando en 10 minutos dos leguas de encinares, fresnedas, prados y toros que están amenazados de muerte por los chalés.

De estación a estación

- Dónde. Alpedrete dista 43 kilómetros de Madrid. Se va por la carretera de A Coruña (A-6) hasta Villalba y luego por la M-601 (dirección puerto de Navacerrada), desviándose a la izquierda en la segunda rotonda. Hay numerosos trenes para ir a la estación de Mataespesa-Alpedrete y para volver desde la de Los Molinos, pertenecientes ambas a la línea C-8b de Cercanías-Renfe (teléfono 902 240202). - Cuándo. Paseo lineal de alrededor de nueve kilómetros (dos horas y media de duración), con un desnivel acumulado de 200 metros y una dificultad baja, recomendable en cualquier época del año.

- Quién. Alfonso Monge y Domingo Pliego proponen una excursión por la misma zona, partiendo de la estación de Collado Mediano y acabando en la de Los Molinos, en la guía El ecotrén y su red de senderos: Madrid-Segovia, de Ediciones La Librería (1995).

- Y qué más. Dadas las muchas bifurcaciones que presenta el camino, es conveniente llevar los siguientes planos: hojas 18-21 (San Lorenzo de El Escorial) y 18-20 (Cercedilla) del Servicio Geográfico del Ejército, o las equivalentes (533 y 508) del Instituto Geográfico Nacional; también, mapa excursionista Sierra de Guadarrama, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 5343257).

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