Los intelectuales desertan
El ascenso al poder del partido ultraderechista de Jörg Haider en Austria desencadena entre los artistas gritos de alarma, deserciones y llamadas de resistencia. "Un sistema autoritario y reaccionario de pequeños burgueses no es compatible con el arte", escribió la Asociación de Artistas Plásticos Austriacos. En la carta abierta dirigida ayer a la ministra austriaca de Educación, Elisabeth Gehrer, del Partido Popular, los firmantes "niegan a todo miembro del nuevo Gobierno autoridad para pronunciarse sobre temas culturales", no por falta de conocimientos, sino "porque ha legitimado un movimiento antihumano y anticultural [el Partido Liberal] al aceptarlo como socio democrático en el Gobierno". La ciudad de Viena se vio llena de carteles con ataques personales contra los escritores Thomas Bernhard y Elfriede Jelinek, el director de teatro Claus Peymann, el pintor Hermann Nitsch y otros artistas. Aunque desde Francia el filósofo Alain Finkielkraut opina que "los intelectuales austriacos no son bastante agresivos", en Viena no han faltado voces de alerta, pero se han encontrado con oídos sordos. Más de un centenar de artistas, entre ellos los escritores Elfriede Jelinek, Ernst Jandl y H.C. Artmann, dan la cara en comunicados de advertencia. Elfriede Jelinek, de 53 años, ha prohibido ahora que se represente cualquiera de sus obras bajo estas "asquerosas" condiciones políticas. "Estoy desesperada porque toda mi vida intenté impedir lo que ahora está sucediendo y veo que no es posible ninguna oposición. Todo lo que los artistas hemos intentado hacer ha fortalecido a Haider".
El compositor György Ligeti advirtió que con Haider "Austria emprende un camino ya andado por el austrofascista Engelbert Dollfuss, por Franco, Salazar y Perón...".
El rico escenario cosmopolita de Viena podrá quedar desierto. El director de orquesta Sylvain Cambreling no quiere prolongar su contrato tras sus próximas actuaciones en Viena y Salzburgo. El pianista Andras Schiff, oriundo de Hungría, anuló un concierto de Bach previsto en la Embajada austriaca de Washington. El director de orquesta indio Zubin Mehta avisa de que no volverá a Austria en cuanto note el primer indicio de una política xenófoba. Su mayor temor es "que el éxito de Haider aliente a otros grupos racistas de Europa". El director artístico del Festival de Salzburgo, Gerard Mortier, fue uno de los primeros en anunciar su dimisión prematura. Aunque a su sucesor, Peter Ruzicka, no le hace mucha gracia la novedad, Mortier se retirará apenas concluya en verano la próxima entrega del prestigioso festival. En octubre del año pasado, el dirigente del partido ultraderechista de Salzburgo había exigido la "dimisión inmediata de Mortier", a quien acusaba de insultar al presidente de la República, Thomas Klestil. Al compositor y director de orquesta Pierre Boulez la retirada de Mortier le parece exagerada, cree que es mejor reaccionar a actos reales de censura. Pero admite que ahora "no se sabe a dónde va a parar Austria".
Desde EEUU, la escritora norteamericana Susan Sontag dice que "Austria tiene que decidirse: o combate a los derechistas o no pertenece a Europa". El premio Nobel de literatura José Saramago compara las "expresiones pseudodemocráticas del señor Haider con las de Hitler, al recordar que Hitler en 1936 había dicho que 'Alemania sólo se propone actuar en el seno de la paz". El autor portugués considera que el peligro no es Haider, sino quienes lo votan, y se pregunta "cómo es posible que otra vez un pueblo civilizado y cultivado se incline a la intolerancia y al odio".
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