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ARCO 2000

Andalucía reivindica más presencia en Arco

Los seis galeristas que participan en la feria de arte contemporáneo de Madrid apuestan por el eclecticismo

Margot Molina

Eclecticismo y modernidad son las palabras que mejor definen la presencia andaluza en la feria internacional de arte contemporáneo Arco, un certamen que se celebra en el parque Juan Carlos I de Madrid desde el pasado 9 hasta el día 15. Seis galerías -Juana de Aizpuru, Rafael Ortiz y Cavecanem (Sevilla), Fernando Serrano (Moguer, Huelva), Magda Bellotti (Algeciras, Cádiz) y Carmen de la Calle (Jerez, Cádiz)-, representan a la comunidad. En contra de las expectativas de la Asociación de Galerías Andaluzas de Arte Contemporáneo, que reivindica la presencia de otros tres espacios, el comité de selección de Arco no ha admitido este año a la galería Félix Gómez de Sevilla, que acudía desde 1994. "Arrastramos un complejo de inferioridad, a pesar de que Andalucía tiene artistas extraodinarios", asegura Magda Bellotti, presidenta de la asociación.

FÓTOS: GARCÍA CORDERO "Los artistas andaluces gozan de una excelente reputación en todo el mundo pero, paradójicamente, Andalucía es una de la comunidades con menos presencia en Arco. Es algo que no logramos entender, especialmente cuando hay tres galerías que cumplen de sobra los requisitos exigidos para participar en la feria y no las admiten", comenta Magda Bellotti, galerista de Algeciras (Cádiz) y presidenta de la Asociación de Galerías Andaluzas de Arte Contemporáneo.

La asociación se queja de que en el comité de selección de Arco, que este año ha tenido que elegir 258 galerías -101 españolas y 157 extrajeras- entre las 500 que pretendían participar, no haya nadie que conozca "la realidad andaluza". "Vamos a proponerle a Rosina Gómez Baeza -la directora de la feria- que para la próxima edición, el comité consulte con algún galerista andaluz, aunque no sea vinculante, antes de decidir sobre las peticiones de nuevas admisiones", añade Bellotti. Tan sólo tres provincias, Sevilla, Cádiz y Huelva, están representadas en la feria. La escasa presencia de galerías de la comunidad perjudica sólo a los artistas menos conocidos o a los que están empezando, ya que la obra de los grandes como Luis Gordillo, Guillermo Pérez Villalta, Chema Cobo, Enrique Brickmann, Ricardo Cadenas o Curro González se muestra en espacios del resto de España.

"Las exclusiones son obligadas, ya que no hay intención de aumentar el número de galerías. Ninguna feria importante supera el número de participantes de la nuestra, salvo Basilea que tiene 280 galerías. Arco ha llegado al máximo", asegura Rosina Gómez Baeza.

"La Consejería de Cultura da una subvención para venir a Arco -alrededor de 700.000 pesetas por espacio-, pero lo que de verdad necesitan los galeristas andaluces son ayudas para acudir a las ferias internacionales, eso sería estupendo para los artistas. Yo participo en las ferias más importantes desde 1979, pero eso supone un gran esfuerzo que no todos pueden realizar", comenta Juana de Aizpuru, con galería en Madrid y Sevilla.

Según de Aizpuru, actualmente el arte andaluz atraviesa un momento muy positivo. "La ausencia de un movimiento predominante y el gran eclecticismo que existe favorece la creatividad. La libertad absoluta es más arriesgada para los artistas, pero muy buena para el arte", explica de Aizpuru.

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Esa libertad de estilos y lenguajes hace que desaparezcan la s divisiones entre géneros y ya no se pueda hablar de pintores, escultores, dibujantes o fotógrafos, sino de artistas que utilizan un género u otro dependiendo de lo quieran expresar con cada obra. "El lenguaje no es algo que encasille al artista multidisciplinar. La gente hace un poco de todo y, como es natural, se siente atraído por las nuevas tecnologías que, en muchas ocasiones, tienen un soporte fotográfico. Eso ha permitido que la fotografía, como se entiende tradicionalmente, se revalorice", comenta Fernando Roldán, director de la galería Cavecanem.

Rafael Ortiz, que participa en Arco desde 1986, asegura que el predominio de géneros como la fotografía y la instalación en esta edición de Arco son "caminos que se retoman, revisiones que se dan continuamente en la historia del arte".

"Hay artistas andaluces que están trabajando en obras perfectamente comparables a las mejores corrientes internacionales y esos son los que me interesan, aunque también hay otros que son más locales", dice Juana de Aizpuru, quien asegura que la situación que atraviesa el arte andaluz es "revitalizadora".

J. Carlos Bracho y Julia Rivera

Trabajan juntos desde 1995 y lo más importante para ellos es el proceso de maduración de la obra y sus reflexiones sobre la abstracción americana; la ejecución es "casi automática", confiesan. Juan Carlos Bracho (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1970) y Julia Rivera (Jerez, Cádiz, 1975) han tenido suerte en su estreno en Arco. La fundación La Caixa, una de las mejores colecciones de arte moderno del país, adquirió las dos obras que aparecen en la fotografía, de la serie Double team, poco después de abrirse la feria. Bracho y Rivera, que utilizan materiales industriales especialmente el velcro, se han instalado en Barcelona y exponen actualmente en el palacio de los Condes de Gabia (Granada). Las fotografías digitales que formarán parte de la colección Testimoni cuestan 80.000 y 90.000 pesetas y están en la galería Carmen de la Calle (Pabellón 7, M159).

Santiago Navarro

Su paso por la Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil) le ha dejado una huella exótica que suma a la reflexión metafísica que marca toda su obra. Santiago Navarro (San Fernando, Cádiz, 1970) le presta más atención a la parte inmaterial de las esculturas, lo que él llama "la ausencia", que a la material. "Me gusta jugar con las sombras, los huecos, con esa parte oculta de la pieza que no se puede tocar", asegura el artista que relaciona la ausencia con el deterioro del cuerpo humano. Navarro, que expone por primera vez en la feria de Arco, ha estado becado en Brasil y ha realizado cinco muestras individuales la mayoría de esculturas e instalaciones con telas, fotografías y plantas. Las piezas con las que posa en la fotografía son Reflejo (colgada) y Forma de lluvia, ambas son de aluminio pintado, cuestan 300.000 pesetas cada una y están realizadas este año. El artista expone su trabajo en la galería Fernando Serrano (Pabellón 7, L138).

Pilar Albarracín

Ovarín, el cojín que la mujer necesita es la obra que presenta Pilar Albarracín (Sevilla, 1968). La pieza se compone de nueve cojines de tela de camuflaje que la artista ha creado con la idea de que la gente pueda abrazarlos. "Me gusta recrearme en mi cuerpo como referencia y, además, hacer cosas con las que la gente se divierta", explica la artista que ha decidido instalarse en Madrid después de pasar una temporada en Irlanda. La obra, que cuesta 450.000 pesetas, se encuentra en la galería Juana de Aizpuru (Pabellón 7, L145).

Ángeles Agrela

Ángeles Agrela (Úbeda, Jaén 1966) está convencida de que todos vivimos intentando pasar desapercibidos. Partiendo de su propio cuerpo, la artista idea, confecciona y viste trajes de camuflaje para distintas partes de su casa. En sus obras anteriores pintaba formas textiles. En la fotografía aparece autorretratada en la obra Camuflaje en el cuarto de baño. La serie, compuesta de tres impresiones digitales sobre aluminio, puede verse en la galería Magda Bellotti y cuestan 250.000 pesetas cada una (Pabellón 7, M152).

Patricio Cabrera

Mientras que la mayoría de los artistas andaluces utilizan distintos lenguajes, dependiendo del tipo de obra, Patricio Cabrera (Gines, Sevilla, 1958) se mantiene fiel a al pintura. En la fotografía puede verse, a la izquierda, la obra El camino a Bala Negra, una tinta china sobre papel plagada de símbolos que hacen referencia a la estancia en Almería del artista. La obra está en la galería Rafael Ortiz (Pabellón 7, M154) y cuesta 400.000 pesetas. El artista posa ante un lienzo sin título fechado en 1996 que cuesta un millón de pesetas.

Joaquín Ivars

El artista malagueño alude a la idea de fugacidad del arte en su instalación Sherezade, una habitación con diez ventanas cubierta por hojas de Las mil y una noches y recubierta por plástico de embalaje. "Como le ocurría a la protagonista de la historia, Sherezade, el arte tiene que inventarse a sí mismo para sobrevivir día tras día", dice Joaquín Ivars (Málaga, 1960). La obra, que cuesta 1.200.000 pesetas, está realizada especialmente para Arco y puede verse en la galería Cavecanem (Pabellón 7, M150).

Los artistas noveles y el triunfo de las ideas

Mientras que en los años ochenta, la forma se impuso al concepto, la década de los noventa termina con la sublimación de la idea. Los artistas andaluces, incluso los jóvenes como Julia Rivera, de 25 años, y Juan Carlos Bracho, de 30 años, se han sumado a esta especie de consenso y se atreven a confesar que sus piezas podría hacerlas cualquiera que lo que de verdad cuenta es la reflexión anterior a la ejecución."Tenemos la obra diseñada de antemano, la improvisación no tiene cabida en nuestra forma de trabajar", asegura Bracho. "Nuestras obras funcionan a dos niveles. Estéticamente, con una primera lectura, resultan atractivas; pero si alguien quiere profundizar más -aunque para eso necesita algo de bagaje- puede reconocer los postulados de la pintura abstracta americana en la que aparecen los espacios en expansión al estilo de Frank Stella", añade Bracho, quien desde que comenzó a trabajar en equipo con Julia Rivera hace cinco años realiza obras con velcro.

"Hay obras que para apreciarlas tendrías que llevarte al artista a casa para que te estuviera explicando la idea todo el rato", ironiza un visitante tras conocer el discurso que, según el galerista, se esconde tras un lienzo bicolor.

La obra del artista malagueño Joaquín Ivars participa también del espíritu de los noventa. Para Ivars, que antes de dedicarse exclusivamente al arte era medico, el ritmo binario es la base de todo. "La discontinuidad es el fundamento de todo, lo que ocurre es que nosotros lo percibimos como un continuo", asegura el artista que ha presentado una pieza, en la galería Cavecanem, en la que desarrolla su teoría.

Pluralidad e ironía

"Sherezade es una pequeña habitación embalada en plástico con diez ventanas con espejos semi-azogados y un secuenciador electrónico que hace que se enciendan y apaguen las luces de las ventanas alternativamente. Habla de la pluralidad del arte y, además, tiene un punto irónico con la idea de feria de arte contemporáneo", explica Ivars.

Tan elaborada como la pieza de Ivars es la instalación que presenta Javier Velasco en la galería Magda Bellotti y que se titula Intonsos. "Son las lagrimas que se derraman por las utopías. He escogido tres textos: Utopía, de Tomás Moro; La república, de Platón, y El capital, de Marx, y los he atravesado por una lágrima de cristal. Además los tres ejemplares son intonsos (libros que no se pueden leer porque no se han separado las páginas)", comenta el gaditano Javier Velasco.

En el reino de las ideas se mueve también la instalación Sida de Mercedes Santos que presenta en la galería Carmen de la Calle. "Es un tren que traza un círculo en torno a la enfermedad, simbolizada por una probeta llena de sangre. El tren está cargado de algodón, parece que se remedia, pero al final no se consigue y todo vuelve a empezar", dice la galerista.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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