"En escena quiero ser como soy, sin vender una falsa imagen al público"
En 1993 una joven cantante nacida en Salzburgo iniciaba su carrera profesional cantando en la ciudad autriaca de Graz el personaje travestido de Octavian en la ópera El caballero de la rosa, de Richard Strauss. Desde entonces, la mezzosoprano Angelika Kirchschlager ha conquistado ya al público de medio mundo con su hermosa voz, su exquisita musicalidad y su fabulosa presencia escénica. El pasado domingo ofreció su primer recital en la Scala de Milán y esta noche, una semana después de su debut en España, en Bilbao, ofrece su primer recital en Barcelona. "Lo importante es ser tú misma en el escenario, sin vender una falsa imagen al público", afirma.Acompañada al piano por Helmut Deutsch, Kirchschlager actúa en el auditorio Winterthur en el marco del ciclo que organiza la Asociación Franz Schubert de Barcelona. "El programa, con lieder de Schubert, Mahler y Berg, es muy similar al que canté el domingo en la Scala de Milán", explica la joven cantante. "Cuando preparo un recital intento elegir obras que me gustaría escuchar como público, evitando la monotonía y procurando incluir algunas sorpresas, como la Canción de cuna para dormir a un negrito, de Xavier Montsalvatge, que ofreceré como propina", avanza.
Arma seductora
La naturalidad es, desde luego, el arma más seductora de Kirchschlager. En el escenario y en la vida real. Ha cantado bajo la batuta de directores tan prestigiosos como Riccardo Muti y Claudio Abbado y ha conseguido un rotundo éxito a una edad en la que muchas de sus colegas aún suspiran por obtener un primer contrato. Pero el éxito no se le ha subido a la cabeza. "El éxito puede ser peligroso para un cantante joven. Muchos no saben asumir ni la fama ni el dinero, pero yo tengo una familia que, en cuanto ve que me paso un pelo, me recuerda quién soy y qué es lo verdaderamente importante en la vida", asegura.
Como austriaca, Kirchschlager siente repugnancia por las tesis del ultraderechista Jörg Haider, pero está francamente dolida con la reacción internacional contra su país. "Estoy en contra de Haider y lo que representa su partido político, pero la gente se olvida de que la mayoría de los austriacos no somos nacionalistas. Creo que la reacción internacional está siendo exagerada, porque no estamos en los años treinta. La situación es muy distinta", asegura.
Con sus compositores predilectos, Mozart y Richard Strauss, Angelika Kirchschlager ha triunfado en la Ópera de Viena, el Festival de Salzburgo y el Metropolitan Opera House de Nueva York. "Aunque he cantado óperas de Rossini, mis personajes predilectos son mozartianos y straussianos. Son lo que más se adaptan a mi voz y disfruto interpretándolos en escena", asegura. "No voy a cantar más óperas de Rossini, pero en el futuro pienso incorporar títulos franceses, pero sin prisas".
El físico juega un papel decisivo en la moderna concepción del espectáculo operístico y la joven mezzosoprano sabe que su elegante y esbelta figura causa admiración en un mundo como el operístico. "Evidentemente la voz es lo más importante, pero sin un físico adecuado es imposible cautivar de verdad al público. He cantado El caballero de la rosa con sopranos de enorme peso en el papel de Mariscala y, la verdad, a mí me resulta muy embarazoso tener al lado un cantante de 120 kilos y hacer ver que el fisico no es importante. Y no creo que al público le resulte tan fácil olvidarse del aspecto de los cantantes".
Miedo al escenario
Aunque ha actuado en escenarios de enorme repercusión internacional, Kirchschlager reconoce que nunca ha padecido miedo escénico. "El domingo ofrecí mi primer recital en la Scala de Milán y nada más salir me impresionó ver la sala abarrotada de público, pero al momento pienso que lo único que tengo que hacer es cantar sin pretensiones, de forma natural, buscando la conexión con el público sin poses. Y hasta el momento funciona".
La mezzosoprano austriaca, que estudió con el legendario Walter Berry, planea su carrera a largo plazo. "Nadie quiere hacer una carrera corta, pero siempre me ha resultado muy difícil ver a colegas que no saben decir adiós y siguen en los escenarios".
El próximo año debutará en el remozado Covent Garden de Londres con un estreno contemporáneo, Sophie's choise, del compositor Nicholas Maws, y actualmente prepara un disco con obras de Kurt Weill. "Es terrible ese público que sigue viendo a Alban Berg o a Ígor Stravinski como autores contemporáneos y rechaza absolutamente la creación actual", asegura
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.