Aznar llama a la movilización plena del PP para evitar una posible derrota el 12 de marzo
José María Aznar llamó ayer a la movilización plena de su partido para evitar una posible derrota el 12-M. El gran acto de presentación de los candidatos del PP, con sus primeros espadas, reveló la inquietud del jefe del Ejecutivo por las consecuencias del pacto IU-PSOE. No hubo los triunfalismos habituales en este tipo de actos. La llamada a la movilización fue una constante y Aznar cerró el mitin con esta frase: "No hay que dar nada por hecho. Quiero verles a todos agotados de trabajar. Si algún candidato da por hecho lo que no lo está, a lo mejor gana las elecciones, pero a lo mejor no vuelve a ser candidato".
El PP ha acusado claramente las incertidumbres electorales del pacto suscrito por el PSOE e Izquierda Unida. Lo revelaron los discursos de Aznar y los principales líderes del PP en la jornada central de ayer en Madrid con asistencia de 500 candidatos del partido. A la espera de que los sondeos decanten por quién se pronuncia ahora el electorado tras la ratificación del pacto de izquierdas -Joaquín Almunia y Francisco Frutos lo solemnizarán hoy en Madrid-, la estrategia electoral del PP está parada. De ahí que Aznar centrara su intervención en descalificar el pacto desde flancos variados. Denunció el "abandono del centro" que hace el PSOE con esta alianza. Y se preguntó: "Si nos pudiera morder por el centro, ¿iba a hacer un pacto con los comunistas?".Atacó también la "incoherencia" y las "posiciones dispares" del programa de gobierno de la izquierda, frente al proyecto único del PP, "el mismo para toda España". E ironizó: "Lo mismo da sumar independentistas [por el pacto del PSC con ERC en el Senado], comunistas y socialistas. Es un barullo, y de ahí no sale ni una receta ni una propuesta ni un buen proyecto para gobernar España".
Aznar atribuyó la tarea del líder socialista Joaquín Almunia de trenzar múltiples alianzas frente al PP -"no tienen más planteamiento que ¡Vamos a echar a Aznar de La Moncloa!", dijo- a una "manifiesta expresión de incapacidad" de ofrecer propuestas programáticas alternativas a un Gobierno que se ha adueñado del centro político con su gestión. Pero pronto volvió a reflejar su inquietud ante el posible éxito del pacto de la izquierda al advertir a sus seguidores, hacia el final de su alocución, de que "si esta operación tuviera alguna posibilidad, debería intranquilizarnos muy seriamente". Les pidió que luchen hasta agotarse.
Despilfarro y corrupción
El coordinador de la campaña electoral y ministro de Educación, Mariano Rajoy, jugó con la paradoja y perplejidad que supondría que un Gobierno que cuenta con un "buen balance de gestión" perdiese las elecciones por las "filigranas" de las alianzas del PSOE y regresaran quienes representaron "la España del paro, el despilfarro y la corrupción". "Todos los responsables siguen en sus listas. Hay un tapón en el PSOE que impide su renovación", remachó Rajoy en un discurso inusual por su dureza en su ejecutoria esta legislatura y que se atribuye a la incertidumbre por los resultados del 12-M.
Rajoy adelantó lo que será la línea maestra de la campaña del PP: insistir en que su continuidad en el Gobierno es garantía de crecimiento económico y bienestar social, en un claro guiño al sector del electorado centrista que estima que aún no ha llegado el momento del cambio. Lo argumentó con el contraste entre un Gobierno que "ha entrado en el euro, ha creado 1.800.000 empleos y ha aumentado las pensiones a tres millones de pensionistas" frente a una izquierda que "no tiene un programa sino cinco, sus propuestas suponen 4,5 billones más de gasto y tiene tres o cuatro líderes".
La intervención del ministro de Economía, Rodrigo Rato, sirvió para sacar a la luz algunas de las principales obsesiones del PP: que la izquierda no se lleve la marca de progreso en España. "Una cosa es decirse progresista y otra es el progreso real, el de las familias". Rato recordó los avances económicos y sociales del Gobierno en esta legislatura, aunque eludió atribuir mérito alguno a la buena coyuntura económica internacional. También se rebeló contra la idea instalada socialmente de que lo consustancial a la derecha española es "la gestión, pero no la política". "No hay política sin gestión", insistió.Y finalizó, como harían el secretario general del PP, Javier Arenas, y el propio Aznar, con un llamamiento a los seguidores del PP para que no se fíen de las encuestas que les dan buenos resultados y no caigan en "falsos optimismos".
Arenas abordó otra de las obsesiones del PP en esta campaña: el ataque del PSOE por las stock options (sobresueldos para altos cargos de Telefónica) y las acusaciones de "amiguismo" contra Aznar. "Este Gobierno", dijo reptitiendo unas declaraciones de Aznar, sí favorece a sus amigos: los parados que han encontrado trabajo y los pensionistas que cobran más pensión. Sï, el PP gobierna para sus amigos: todas las familias españolas son amigas de Aznar y de su Gobierno". Y finalizó, como sus compañeros, con una advertencia: "Las elecciones no están ganadas".
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