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La Royal Shakespeare estrenará en Madrid 'La fierecilla domada' La compañía rompe su tradición de sólo participar en festivales internacionales

La Royal Shakespeare Company ha roto su tradición de sólo participar en festivales internacionales para recalar, del 7 al 9 de abril, en el Teatro de Madrid, de la capital española, en la primera visita en ocho años y única fuera de un festival, con La fierecilla domada. En su versión contemporánea, el director Lindsay Posner respeta el tono perverso del texto shakespeariano y enzarza a los personajes principales, Petruchio y Katherine, en una violenta guerra de sexos.

La Royal Shakespeare Company reta el clima reinante de conceptos políticamente correctos con una obra sobre el dominio del varón y la sumisión de la mujer. La fierecilla domada, comedia aparentemente cruel y misógina, abandona la cuna del gran dramaturgo inglés, Stratford-upon-Avon, en una gira internacional que hace escala en el Teatro de Madrid del 7 al 9 de abril, con cuatro representaciones, una de las cuales recupera la antigua tradición de las sesiones matinales y se ofrecerá el sábado 8 a las 12.00. La empresa Allied Domecq patrocina esta visita, la primera en ocho años y la única fuera de un festival. El director Lindsay Posner respeta el tono perverso del texto y enzarza a los personajes principales, Petruchio y Katherine, en una violenta guerra de sexos. "El texto es escandaloso, desagradable en ocasiones, pero puede funcionar si uno se enfrenta a las cuestiones que suscita", defiende.

Posner hace mínimas concesiones a la moda imperante. De su mano la obra recupera la fuerza, agresividad y humor originales. La comedia fue muy popular en el siglo XVI, empujada quizá por la mirada crítica del bardo a las relaciones familiares. Pero producciones recientes tienden a elevar el tono cómico de los enfrentamientos, verbales y físicos, entre los protagonistas. "No veo pruebas en el texto de que la violencia no sea genuina", dice el director.

"Pienso más bien", continúa, "que Shakespeare retó las actitudes contemporáneas respecto al matrimonio. Dominaba entonces una estricta visión patriarcal de la mujer como activos que se pueden vender, pero al mismo tiempo comenzaba a ponerse de moda la noción del matrimonio romántico. Sospecho que era una obra radical camuflada como una pelotera divertida".

La trama es conocida. Padre ansioso por casar a una hija de punzante desparpajo y genio incontrolado que ahuyenta a los pretendientes. Petruchio, noble de Verona, jura controlar a la dama. Katherine, a la que han dado vida en la pantalla actrices como Liz Taylor o Carmen Sevilla, sucumbe a las humillaciones de su marido, pero, entre juegos de fingidas identidades, y en el discurso final de sumisión, que declama con brío Monica Dolan, se abre el interrogante de quién es el ganador de la apuesta: el deber o el amor.

En este montaje, el estómago se contrae ante el capítulo de vejaciones que aguanta la fierecilla. Pero el humor y la energía de las interpretaciones, unido a la hábil puesta en escena, simulando un escaparate de realidad virtual, relegan las inquietudes sobre el significado profundo de la comedia de Shakespeare a la caída del telón. "La obra no aporta soluciones, diagnostica un mal", sonríe el director

Ada Rehan, Edith Evans y Peggy Ashcroft resolvieron años atrás el dilema que presenta el autor por boca de Katherine. Vanessa Redgrave contribuyó al despegue de la real firma de Stratford siguiendo a Peter Hall, su primer director, en la expansión del teatro clásico hacia Londres. Acababa de iniciarse la década de los sesenta y, del hábito de actuar en un edificio de ladrillos junto al río Avon, nació la RSC.

Cuarenta años después, la compañía controla desde la misma sede, que va a remodelar, un imperio de 600 profesionales, incluidos 200 actores, que montan una treintena de producciones anuales ante más de un millón de espectadores. Además de Stratford, la compañía se instala en invierno en el Centro Barbican de Londres, recorre el país y sale al extranjero. Estambul, Seúl y Taipei son, después de Madrid, los puertos de parada de La fierecilla domada.

José Manuel Garrido, director del Teatro de Madrid, también ha hecho una excepción con la mítica compañía británica, ya que este teatro suele programar casi siempre danza: "Ellos tenían dificultades para encontrar un teatro en Madrid, y no dudamos en abrirles las puertas..., esto es un lujo al que normalmente no se puede acceder", señala este profesional, que, curiosamente, lleva años introduciendo en la política de su teatro elementos promocionales similares a los de la Royal, como la tarjeta amiga y folletos informativos.

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