La ONU decreta el toque de queda en Mitrovica ante la oleada de asesinatos entre serbios y albaneses de Kosovo
La ciudad de Mitrovica, en el norte de Kosovo, declaró ayer estado de toque de queda por la administración de Naciones Unidas (UNMIK) después de los sangrientos incidentes que se iniciaron el pasado miércoles con la muerte de dos serbios alcanzados por una granada anticarro y culminaron ayer con el fallecimiento de cinco personas (tres albanokosovares y dos turcos). Se trata de los enfrentamientos más violentos registrados en la ciudad desde el 12 de junio de 1999, cuando las tropas internacionales se hicieron cargo del control de la ciudad. "En los últimos tres días se ha registrado un incremento aterrador de la violencia interétnica", reconoció ayer la portavoz de Unmik en Pristina, Susan Manuel.
La ola de violencia estalló después de que varios albanokosovares dispararan granadas contra un autobús del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en el que viajaban serbokosovares. Las protestas serbias no se hicieron esperar y la ciudad -divida por un río en cuya orilla norte habitan los serbios y en la sur los albaneses- pronto fue escenario de violentos incidentes que las tropas francesas del contingente internacional (Kfor) no pudieron controlar.
Ante la gravedad de los hechos -además de los cinco muertos, los soldados franceses tuvieron que atender a más de veinte heridos-, el administrador de la ONU en Kosovo, el francés Bernard Kouchner, regresó precipitadamente de su gira por Japón, donde paradójicamente se había mostrado optimista ante el descenso de la violencia en la región. Kouchner considera un éxito que el número de ataques a civiles se haya reducido "a menos de media docena por semana". El mismo día, el jefe de la policía internacional de Kosovo, Sven Frederiksen, dio la voz de alarma. "Necesitamos más agentes de forma desesperada".
Ayer, la alta comisionada de la ONU para los refugiados, Sadako Ogata, reconoció que "es demasiado pronto para que los no albaneses vuelvan sanos a Kosovo". Por su parte, Ron Redmond, portavoz del ACNUR, reconoció que las fuerzas internacionales no están en condiciones de brindar la protección debida a los serbokosovares y gitanos.
Desde Belgrado, el Gobierno yugoslavo asegura que, desde que la OTAN entró en Kosovo, más de 700 civiles serbios han sido asesinados y un número igual permanece secuestrado en manos de albanokosovares. La mayor matanza de serbios tuvo lugar en agosto de 1999 cuando 14 agricultores fueron degollados al sur de Pristina.
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