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¿Qué será?

JUVENAL SOTO

Desde la fecha en que Villalobos alcanzara la mayoría absoluta nada es lo mismo en el municipio de Málaga. Antes de esa fecha no existía un Palacio de Deportes; ahora, saliendo de la ciudad en dirección a Cádiz, algo que debería serlo yace agónico, inmenso mazacote inerte que lleva más de cuatro meses accidentado sin que nadie explique durante todo este tiempo cuándo o cómo terminará, si es que tiene término, el achaque que lo mantiene inservible. En vez de buscar una solución, sólo una, para el desastre del Palacio Municipal de los Deportes, Villalobos ha optado por encabezar las listas del PP en las elecciones generales, contra los deseos e intereses del PP de Málaga. ¿Será que Villalobos tiene algún padrino -un marido, por ejemplo- que le echa una manita ante los jefazos de Madrid?

Durante los años en los que Villalobos gobernó en minoría el Ayuntamiento de Málaga, las calles de la ciudad estaban sucias -así las conocen los malagueños desde casi siempre-; ahora, hay que añadir a la habitual suciedad decenas de zanjas sobre cuya utilidad y duración nadie informa a los ciudadanos. Las mismas zanjas se abren y se cierran periódicamente, así que pudiera pensarse que forman parte de aquel ovillo de lana que tejía y destejía la mujer de Ulises mientras aguardaba la vuelta de su viajero esposo. En vez de terminar con las zanjas en cuyo interior ya nadie sabe si se aloja el cuerpo de ese pariente que un día fue a comprar tabaco y no volvió, Villalobos ha estimado oportuno ocupar su tiempo buscando un escaño en Madrid. ¿Será que persigue un hueco como alternativa a su previsible descalabro en las elecciones municipales que ya llegarán?

Málaga, antes de la mayoría absoluta de Villalobos, era una ciudad con un urbanismo enloquecido y enloquecedor; ahora es una batalla entre piratas con garfio en un muñón y parche en un ojo. A tanto llega el parche y el garfio que incluso hay túneles en los que sólo se puede circular en una única dirección, pese a que fueran concebidos y pagados por los malagueños para albergar dos direcciones, una de ida y otra de vuelta. ¿Se imaginan un túnel por el que siempre se va y por el que jamás se vuelve? En Málaga lo tienen ustedes a la vista y a su disposición, y no seré yo quien les recomiende el paso ni la visita. ¿Creen que Villalobos ha dedicado su tiempo a solucionar este asunto? No sean crédulos. Ella está con la cabeza en Madrid. ¿Será que las decisiones del Ayuntamiento de Málaga también son madrileñas?

Siete meses después de obtener Villalobos la mayoría absoluta, ni los malagueños muertos descansan en paz. Ahora se sabe que Parcemasa -la empresa municipal que se ocupa del tráfago en el cementerio de Málaga- es un cúmulo de irregularidades, que incluso se trapichea con los huesos y las lápidas de quienes deberían reposar para siempre. ¿Será que Villalobos tiene prevista para sí una vida tan larga como el repertorio de sus desatinos? ¿Será ese repertorio el aval que presenta Villalobos para sentarse en un escaño de la Carrera de San Jerónimo? ¿Qué y quiénes serán el sostén de la calamitosa Villalobos entre tanta calamidad insostenible?

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