El último Clinton
El último Clinton es el que más se parece al primero. En la recta final de su segundo y último mandato ha vuelto a mostrarse brillante, con capacidad de iniciativa, afán reformista y sensibilidad social. Su último discurso sobre el estado de la Unión ha sido mucho más que un mero paseo triunfal a lomos de una economía que va viento en popa y que lleva creciendo sin interrupción prácticamente desde que llegara a la Casa Blanca: ha sido una oferta al Congreso para aprovechar el tiempo que queda de aquí a las elecciones de noviembre.Clinton vuelve a sus orígenes demócratas y propone que el Congreso, de mayoría republicana, apruebe en este último tramo nuevas leyes para aumentar el salario mínimo, mejorar la sanidad, fomentar mejoras en la educación, hacer a los progenitores masculinos más responsables de sus hijos, controlar de forma más estricta la venta de armas y reformar la financiación de las campañas políticas. Puede que sea algo más que campaña para apoyar a Al Gore en su carrera hacia la Casa Blanca, o a su esposa para conseguir el escaño senatorial por Nueva York. Su apuesta puede funcionar si los congresistas se percatan de que no les conviene llegar a noviembre con una hoja de servicios en blanco. Clinton se resarciría así de las derrotas en sus grandes programas de reforma de la sanidad. Pues sólo ha conseguido aumentar marcadamente el gasto en defensa.
Tiene razones para el triunfalismo. Como político ha superado con habilidad la embestida del caso Lewinsky. Estados Unidos nunca ha disfrutado "de tanta prosperidad" ni ha tenido "menos amenazas externas". Incluso asegura que la creciente diversidad racial del país es una de sus mejores bazas en este mundo interconectado. El presidente reconoció que hay 40 millones de ciudadanos sin cobertura médica, más que cuando él llegó a la Casa Blanca, pero exhibió a cambio la tasa más baja de pobreza de las últimas dos décadas. En el debe aparece el crecimiento de la desigualdad: los más ricos han ganado un 15% más en esta década, y los más pobres, tan sólo un 1%.
No es seguro cuánto durará esta bonanza sin precedentes ni si efectivamente EE UU ha dado a luz un nuevo paradigma denominado nueva economía. Pero, de momento, ahí está la cotización creciente del dólar frente a un euro menguante. Bajo este clima llega Clinton hoy a Europa, a impartir en el foro de Davos lo que pretende ser una lección magistral avalada por el éxito.
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