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Subasta de dinosaurios

Los dinosaurios gigantes hacían temblar la tierra a su paso. Cientos de millones de años más tarde, lo que tiembla es el planeta de la ciencia cuando salen a subasta restos de aquellos seres del cretácico, jurásico y triásico. Los museos de ciencias naturales se suben por las paredes ante la perspectiva de que piezas de interés público acaben enterradas en manos privadas y los subastadores se revuelven contra los críticos y acusan a los museos de quejarse de vicio. Ha pasado ahora en Chicago, en la primera subasta de objetos de historia natural en el medio oeste de EEUU que ofrecía fósiles de dinosaurios.Un esqueleto de pterosaurio, un dinosaurio volador del jurásico perfectamente conservado, era la pieza más atractiva de la subasta organizada por Butterfields, una compañía del gremio que encabezan Sotheby's y Christies. Salió por 40.000 dólares y la oferta se disparó rapidamente hasta los 80.000 (unos 13 millones de pesetas), defendidos por David Herkowitz, responsable de historia natural en Butterfields, quien pujó en nombre de un cliente secreto. En total, añadida la comisión, el delicado fósil hallado hace 20 años en una cantera de Alemania le supuso al comprador un desembolso de 90.500 dólares (unos 14 millones de pesetas).

Era una subasta de 300 lotes en la que se ofrecían desde gemas a trilobites pasando por meteoritos, una piedra de Marte de menos de un gramo de peso, un fósil de peces que parecía un dibujo de Miquel Barceló, un colmillo gigante y pelos de mamut o toda la colección de animales disecados del quebrado Museo de Ciencias Naturales de Fillmore (California).

John Flynn, responsable del departamento de geología del Field Museum de Chicago, uno de los grandes museos de ciencias naturales del mundo, estaba indignado con la subasta, que convierte objetos de alto valor científico en piezas de coleccionista. "Hay muchos tipos de fósiles, en especial invertebrados y plantas, que son muy comunes y numerosos y no pasa nada porque se vendan a coleccionistas privados. Al contrario, es un modo de incrementar el interés por estas cosas. Pero la rareza de los vertebrados hace recomendable que sean conservados sólo en instituciones públicas".

Los diez fósiles de dinosuario sometidos al mejor postor en Chicago eran lo más atractivo y polémico de la subasta del domingo. Herkowitz estuvo todo el rato al teléfono atendiendo los requerimientos de tres clientes y al final estaba satisfecho. "El pterosaurio y varias piezas más han sido para un museo de ciencias naturales, que va a ser inaugurado pronto y del que sólo puedo decir que está en el extranjero". Ni siquiera reveló en qué continente.

Herkowitz salió al paso de las protestas de los científicos. "Se quejan de lo que ofrezco, pero yo no tengo nada que sea absolutamente nuevo para la ciencia. En los museos ya hay cuatro piezas del pterosaurio, tres en Alemania y una en Wyoming", decía, hablando como un poseso, vestido con traje y corbata y calzado con unas zapatillas deportivas. En la subasta, Herkowitz consiguió también piezas para un comprador que quería hacer un regalo a Alex, un hijo de 8 años: una garra de un raptor y un diente de un Tiranosaurio Rex. Un capricho de 2,5 millones de pesetas. "Eso algún día acabará en un museo. Me lo ha dicho el comprador", dijo Herkowitz.

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