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Usuarios cada vez más jóvenes para un negocio en alza

Nadie da la cifra, pero todos sospechan que es abultada. Las tres empresas de telefonía móvil (Telefónica, Airtel y Amena) ignoran cuántos clientes adolescentes tienen, aunque están convencidos de que sus ofertas han tenido una acogida magnífica entre los chavales. "El mercado de jóvenes es el que más está creciendo", señalan en Airtel. "Su incorporación rejuvenece el perfil del usuario de portátil", constatan en Telefónica. El móvil, sobre todo en la modalidad de prepago, ha sido el regalo de moda para los chavales la pasada Navidad. Durante las vacaciones se ofrecieron, además, rebajas en el envío de mensajes (10 pesetas de coste en lugar de las 25 actuales). El éxito de ventas navideñas (dos millones de teléfonos) ha aupado hasta 15 millones el número de usuarios de móviles en España (39.418.000 habitantes). En enero de 1998 sólo había 4,3 millones de clientes.

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'Movilmanía'

La movilmanía supera con creces las previsiones. Un estudio de la Fundación Airtel editado en 1999 estimaba que en el año 2000 habría en España cerca de nueve millones de usuarios de telefonía móvil en el sistema GSM. Esta tecnología, ofrecida por las tres operadoras, se impone sin remisión. Moviline, el único sistema analógico, pierde clientes de forma continua (ver cuadro).

La mayor parte de los nuevos usuarios se inclina por el sistema de prepago (la cuenta se recarga en cualquier cajero). "Es la modalidad de acceso preferida por la mayoría de los usuarios, porque no requiere firma de contrato ni abono de cuotas mensuales", sostienen en Telefónica. El 80% de sus nuevos usuarios optan por ella. El porcentaje es inferior en Amena y Airtel, afirman sus respectivos portavoces.

Sin embargo, el auge del prepago amenaza con indigestar a las propias compañías. Según el diario Cinco Días, su rápida expansión provoca una caída en el ingreso medio por abonado y un descenso de la calidad del servicio por la saturación de las líneas. Pero el negocio sigue en auge.

Ajenos a esos problemas, los adolescentes tienen en el móvil uno de sus objetos más preciados. "Es un símbolo, casi un tótem", señala uno de los responsables de la Federación de Enseñanza de UGT, Jesús Ramón Copa. Pero también puede suponer una etiqueta. "Llevar teléfono es cosa de pijos y de algún bakala ", sostiene Javier Martín Boix, de 15 años, que ni tiene ni quiere móvil. Otro quinceañero, Ricardo, puntualiza: "A casi todos nos gusta. Lo que pasa es que los pijos lo llevan a la vista y los que no lo son lo llevan guardado". "Un móvil farda", concluye Luna, también quiceañera.

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