El Grupo de los Siete se muestra satisfecho ante las buenas expectativas de la economía mundial

Los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los Siete (G-7) pasaron revista ayer al estado de la economía mundial y se mostraron satisfechos con su futuro, aunque no levantarán la guardia para lograr un crecimiento equilibrado con las políticas de respaldo necesarias.Tras la reunión, de apenas cinco horas incluido un almuerzo, los asistentes emitieron un comunicado en el que incluyeron un párrafo dedicado a apoyar los esfuerzos realizados por Japón para terminar con su mayor crisis de los últimos 50 años y compartieron sus preocupaciones ante un posible impacto negativo de la apreciación del yen, tanto en la economía nipona como en la del resto del mundo. "Continuaremos vigilando los acontecimientos en los mercados de divisas y cooperaremos de forma apropiada", subrayaron.

Japón se ha dedicado en las últimas semanas a atraer las simpatías del G-7 para terminar con la carrera alcista de su moneda, apreciada un 10% el año pasado, y aseguró que el encarecimiento de la divisa hace disminuir las exportaciones de las empresas niponas y, por tanto, anula el efecto de los multimillonarios paquetes oficiales para estimular la economía. El secretario del Tesoro de EE UU, Lawrence Summers, reiteró, pese a todo, que su país continúa considerando un dólar fuerte en interés de su economía y pidió a Tokio más medidas de reforma estructurales, además de las fiscales ya tomadas, como la apertura y abaratamiento del mercado de las telecomunicaciones, centro del último tira y afloja entre ambos países.

Kiichi Miyazawa, ministro japonés de Finanzas, rechazó la petición de EE UU para que Tokio se fije este año un crecimiento del 2% o del 3%, aunque se mostró optimista con un potencial de crecimiento que no llegará a los niveles previos de la crisis.

En un debate especial sobre Rusia, el viceprimer ministro y responsable de Finanzas, Mijaíl Kasiyanov, invitado para la ocasión, explicó la buena marcha de la economía en 1999. El G-7 le transmitió la petición de acelerar el ritmo de las reformas estructurales, pero eludió mencionar el conflicto bélico de Chechenia.