Els Joglars se alistan en la Columna Durruti
Texto] "Nuestro objetivo es hacer la guerra y la revolución al mismo tiempo", clama un hombre tocado con una gorra de cuero ante un puñado de milicianos armados con pistolas y fusiles que portan una bandera de la CNT-FAI. Suena una sirena de alarma aérea. Maneja el ingenio un individuo de pelo blanco y rostro familiar. Es... Albert Boadella. En la pantalla, Els Joglars ensayan en la cúpula de su centro teatral en Pruit una obra sobre Buenaventura Durruti. Pero el ensayo no es real. Lo que se está proyectando es una película dedicada a recuperar la memoria del legendario líder anarquista y que tiene como argumento el proceso de trabajo del grupo catalán para montar un supuesto espectáculo sobre Durruti.
El filme, Buenaventura Durruti, anarquista, dirigido por Jean Louis Comolli y con el asesoramiento histórico del especialista Abel Paz, se proyectó el pasado miércoles en el Instituto Francés de Barcelona en un pase técnico a la espera de su estreno en marzo. Concebido como documental y rodado en vídeo digital, el filme se basa esencialmente en el empeño, extremadamente generoso y apasionado, de Els Joglars por insuflar vida a Durruti, sus ideas y su entorno, y por hacer creíble esa ficción de teatro dentro del teatro (del cine), cosa que a veces consiguen y logran escenas realmente emocionantes, y otras -es imposible mostrarse siempre con naturalidad abierto en canal- no. La película está trufada con material de archivo y punteada por las canciones anarquistas de Chicho Sánchez Ferlosio.
El filme se inicia con el primer día de ensayos y Boadella mostrando a sus actores una caja con las escasas pertenencias de Durruti: las pistolas, la gorra, las botas, las gafas... "Durruti no poseía nada, sólo esta vieja maleta y lo que hay dentro. Lo había dado todo", ilustra el director a Els Joglars; les señala la necesidad de recuperar la memoria y les explica cómo muchos años después descubrió que lo que su padre cantaba cuando él era niño era el himno anarquista. "Todo se ha perdido, hasta los cuerpos de los anarquistas, todo ha desaparecido". En el primer ensayo, Boadella hace reconstruir a sus actores las cuatro teorías de la muerte de Durruti. Se sientan en unas sillas y miman el trayecto en coche, el 19 de noviembre de 1936, para otear a los nacionales. Cae Durruti (Ramon Fontseré) de un tiro perdido, vuelve a caer del disparo de un comunista, otra vez le tirotea un compañero anarquista y en la última se le dispara el naranjero. En esta improvisación, y en otras que se muestran a lo largo de la película, se puede apreciar el enorme talento de Boadella y sus gentes y contemplar, con cierto placer voyeurista, el proceso de trabajo, el boceto gestual sobre el que luego se configurarían las escenas definitivas. Como si de un verdadero proceso de creación teatral se tratara, Boadella y Els Joglars avanzan a tientas por la vida de Durruti, estudiando el material documental, fotografías, filmaciones, libros. "Tú eres Frederica Montseny", le dice el director a una actriz, "estás en casa con Durruti, Ascaso y García Oliver". El propio Abel Paz aparece para ilustrar a Els Joglars sobre Durruti: "Era formidable, alto, robusto. Hablaba a martillazos, con frases muy cortas. Eso gustaba. El actor que interprete a Durruti está jodido".
Más escenas: confesiones de Emilia, la mujer de Durruti, a Rosita, la hermana. La Guardia Civil detiene a Durruti. Tras encarnarlo todos en alguna escena, se decide que hará el papel del anarquista Xavier Boada. El personaje se va apoderando del actor, lo que, en algún momento, sorprende al propio Boadella. En una secuencia formidable, muy bien construida cinematográficamente, los nueve actores, ellos solos, materializan una manifestación de millares de anarquistas, gritando consignas. En otra, intimista, muy emotiva, Durruti alecciona a un compañero en la cárcel, en susurros. En otra más, Els Joglars, envueltos en sombras, cantan ¡A las barricadas! Boadella hace de director de La Vanguardia y Durruti y Ascaso le conminan sentados sobre su escritorio a no publicar mentiras sobre los anarquistas. "Bien, me habéis dado un cierto miedo", dice a los actores al acabar. Fígols, el Buenos Aires, el Frente Popular, la guerra. Una mano lleva a cámara lenta una bala hasta la frente de Ascaso, que se desploma...
Reflexiones de Boadella en off sobre la relación entre los anarquistas y los actores ("vemos las cosas de manera parecida") mientras escribe en su diario de trabajo. Se desespera: "Una vida de violencia y esperanzas, ¿se puede representar esto hoy? Ninguno de nosotros lo ha vivido. Estamos tan cercanos en el tiempo y a la vez tan alejados". El final de la película, tras casi dos horas, es un anticlímax. "Queda todo por hacer", dice Durruti. Y Boadella cierra, uno a uno, los libros empleados en la documentación de ese espectáculo para el que no se alzará nunca el telón.
Babelia
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