Miles de indígenas ocupan Quito y exigen la salida del presidente
Pacíficamente, después de haber sorteado los controles militares establecidos en todas las carreteras de acceso, una vanguardia de más de 5.000 empobrecidos indígenas ecuatorianos llegaron a Quito por senderos y cañadas para proceder a su ocupación simbólica y exigir la dimisión del presidente, Jamil Mahuad, y la disolución del Congreso y el Tribunal Supremo. Ayer se produjeron algunos incidentes menores durante la marcha indígena cuando la policía lanzó gases lacrimógenos.Sus dirigentes prometieron permanecer en la capital hasta conseguirlo. "Aquí nos quedamos hasta morirnos, pues ya nos íbamos a morir de hambre allá en la tierra", se quejaba ayer en el parque El Arbolito una cocinera de olla común. Los jefes de las manifestaciones "por un Gobierno popular y de salvación" calculan que cerca de 50.000 campesinos procedentes de todo Ecuador se sumarán progresivamente a una protesta contra su marginación, contra las instituciones del Estado y contra el acelerado encarecimiento de la vida causado por devaluación feroz del sucre, que causó estragos en este país de 12 millones de habitantes, el 30% indígena.
La dolarización de la economía aprobada por el Ejecutivo hace 10 días para combatir la debilidad de la moneda nacional, que evaporó los ahorros de millones y llevó a una inflación galopante, del orden del 60%, también es rechazada por la dirección de un movimiento dispuesto a fortalecer su influencia política mediante la masiva presencia en la calle de las etnias que lo componen. "Queremos que baje el costo de las semillas y los fertilizantes porque ya no hay vida si vendemos el quintal de maíz y habas a los precios de ahora". Guaman y quienes con él reclaman atención piden vivir como seres humanos, imposible con salarios de 7.000 pesetas al mes.
El presidente se niega a negociar mientras la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) pretenda destruir el orden político vigente y no se avenga a razones. "La estrategia del Gobierno de impedir que no vengamos no ha servido de nada", animó a los suyos Antonio Vargas, presidente de la confederación que promueve el levantamiento. "El Gobierno y los políticos corruptos están asustados. Estamos golpeando duro". Vargas reiteró el carácter pacífico de la movilización. "Si alguien comienza a molestar, cójanlo". Según Carlos Larreátegui, portavoz del Ejecutivo, la resistencia será breve. "Dudo que tengan capacidad para sostenerse por muchos días".
Disfrazados en camiones
Hombres y mujeres, muchas con niños de pecho, se arropan con mantas y chales para pernoctar a la intemperie. Salieron de sus comunidades hace varios días, durante la madrugada del lunes la mayoría. Algunos peregrinos contra el hambre se disfrazaron de mestizos, y otros se metían en los controles diciendo que iban de romería. La policía patrulla en la capital. "¡Ya falta poco! ¡No desanimen", estimulaban los más enteros a quienes desfallecían a sus puertas. María Tigse, ataviada con sombrero de paño, explicó que las 21 comunidades de la organización Jatarishum (Levántate) alquilaron 40 camiones, detenidos por los soldados. "Decidimos seguir a pie".
Siempre en pequeños grupos, marcharon por los caminos para cumplir con la CONAIE. Una vez en Quito, las diferentes columnas instalaron precarias tiendas de campaña, y en ellas almacenaron sacos de patatas y grano, depósitos de agua, cocinas de gas o leña: los pertrechos para prolongar su sublevación.
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