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Blair promete una inversión de 3,1 billones para paliar la crisis sanitaria británica

El Gobierno ofrece aumentos de sueldo para superar la escasez de profesionales

Isabel Ferrer

El legado de la gripe, aún en pleno auge, será difícil de olvidar en el Reino Unido. No sólo ha demostrado que faltan médicos, enfermeras y camas en los hospitales nacionales. Sobre todo, ha puesto de manifiesto que las promesas electorales de Tony Blair, que venció a los conservadores apoyado en las reformas educativa y sanitaria, están lejos de haberse cumplido. Acosado por las críticas y deseoso de conservar el voto de confianza del electorado, Blair ha anunciado una inversión de 3,1 billones de pesetas a lo largo de los seis próximos años en el sector.

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Pocos médicos, pocas enfermeras

"El invierno del descontento" es una figura literaria aplicada por los comentaristas británicos al periodo que precedió, en 1979, a la victoria electoral de la primera ministra conservadora Margaret Thatcher. Servía para describir una economía estancada, un país en declive y una población desencantada. Este año, por el contrario, la misma estación será recordada por una insólita crisis sanitaria que ha golpeado con fuerza a la poderosa maquinaria política del actual Gobierno laborista.La principal culpable del bochorno parece la gripe, que ha colapsado los hospitales públicos y retrasado operaciones urgentes, a veces con resultados fatales. Pero no. Se trata de algo más profundo, y así lo ha reconocido Tony Blair al asumir la responsabilidad por la falta de fondos suficientes para gestionar la sanidad pública. "Reconozco que ésta tiene graves problemas. Hay que invertir más, contratar nuevos médicos y enfermeras y preparar camas de cuidados intensivos, pero todo ello sin olvidar la reforma misma del sistema", le dijo el domingo a David Frost, veterano entrevistador televisivo de la BBC.

Los 12.000 millones de libras adicionales (cerca de 3,1 billones de pesetas) que prometió invertir a continuación en la mejora de la red estatal de salud contentaron y sorprendieron a la vez a todos. Las dudas, no obstante, surgieron enseguida.

Más camas

Para empezar, la suma anunciada llegará a su destino a lo largo de lo seis próximos años. El Reino Unido gasta hoy un 6,7% de su Producto Interior Bruto en salud. En el resto de la UE la cifra media es de un 8%, con dos países a la cabeza: Francia, con un 9,6% y Alemania, con un 10,7%. Blair espera unirse al grupo general en el año 2006, a base de invertir 2.000 millones de libras anuales. Aumentar el número de camas de cuidados intensivos y reclutar más médicos y enfermeras será el siguiente paso.

Cuando los enfermos de gripe abarrotaron los hospitales públicos hace dos semanas escasas -la situación ha mejorado algo ahora- y las camas destinadas a pacientes muy graves fueron ocupadas por personas con problemas respiratorios agudos, las deficiencias de la red estatal de salud convirtieron por un momento a Alan Milburn, titular de Sanidad, en una figura que parecía no darse cuenta de la realidad. "La situación es difícil, pero no insostenible", repetía, alabando la abnegación de un personal que cubría a veces turnos de 16 horas.

Un caso flagrante se hizo entonces público y echó por tierra la cuidada versión oficial de la crisis. Mavis Skeet, una mujer de 72 años afectada de cáncer de esófago, había visto pospuesta cuatro veces en cinco semanas una crucial operación que le permitiría librarse de la sonda gástrica que la alimentaba. Los oncólogos querían saber también si la enfermedad se había extendido, pero no había cama para ella. Cuando la gripe amainó, los especialistas le dijeron que su cáncer era ya inoperable.

Robert Winston, experto en fertilización artificial y nombrado lord por el laborismo, ahondó en la herida. Calificó de pésimo el enfoque sanitario del Gobierno y, aunque luego matizó sus palabras, la crisis sanitaria se había convertido ya en un asunto claramente político.

Tony Blair dijo sentirse avergonzado por lo sucedido con la señora Skeet y prometió de inmediato más camas (en Inglaterra hay 1.570 en las unidades de cuidados intensivos). Los hospitales quieren saber ahora cómo serán financiadas. Dicho de otro modo, si los 12.000 millones de libras extra son lo que ellos llaman "dinero nuevo" o se tratará más bien de desviar "fondos viejos" de un sector sanitario a otro. La respuesta no está todavía clara.

Reclutar médicos y enfermeras tampoco será fácil. La falta de oncólogos y cardiólogos (hay 21.040 especialistas de todo tipo y 21.790 médicos en prácticas) ha hecho que las tasas de supervivencia de los enfermos británicos estén entre las peores de Europa.

Un paciente con cáncer puede acabar siendo tratado por su médico de cabecera. El resultado es desesperante para unos y otros, y todos coinciden en que la mejora de los sueldos aliviaría la situación.

En estos momentos hay en el país 421.750 enfermeras y comadronas trabajando en el sector público. Su sueldo medio ronda las 14.000 libras anuales (3.640.000 pesetas). En septiembre pasado, las vacantes rondaban el 2,6%, cifra que el Gobierno espera cubrir con el aumento del 3,3% anunciado ayer, que ascenderá a un 7% para las que lleven cinco años de servicio.

¿Salvará todo ello la situación actual? De momento, ni siquiera los portavoces oficiales se atreven a aventurar una respuesta.

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