Arte puro de Manuel Caballero
Varias / Mejía, Caballero, Ochoa Tres toros de Reyes Huerta, terciados y encastados; tres (2º, 3º y 4º) de Montecristo, chicos y mansos; regalo del sobrero de Rodrigo Aguirre, con cuajo y leña, difícil. Manolo Mejía: división, pitos y silencio. Manuel Caballero: ovación y salida al tercio; dos orejas; salió a hombros. Fernando Ochoa: división; aviso y abucheo. Monumental Plaza México, 16 de enero. Un tercio de entrada.
¡Qué pena que sólo unos 15.000 aficionados hayan podido disfrutar y emocionarse con el extraordinario temple y lentitud con que toreó Manuel Caballero a Milenario! Sus lances y pases fueron obra de arte puro y parecía que el diestro albaceteño pintaba en lugar de torear.La exquisita faena que Caballero le cuajó al noble quinto fue a base de trazos perfectos por su simetría. Y tuvo simetría porque el diestro adecuaba la lentitud de su toreo a la pastueña embestida.
Al recibir con verónicas a Milenario pintó su primer cuadro en una media con que las abrochó y los siguientes cuadros fueron las señoriales y ajustadas chicuelinas que calentaron el frío ambiente. Como el astado tenía poca fuerza, con inteligencia Caballero inició el trasteo con delicados ayudados por bajo para fijarlo. A partir de ese momento y dándole el espacio adecuado, adelantando la muleta lo citaba y meciéndose barría la arena con la franela al correr la mano en cámara lenta. La res brava seguía la panza de la bayeta en la mínima distancia sin tocarla. Al rematar cada pase Caballero dejaba al cornúpeta a su espalda y con precisión giraba para ligar el siguiente muletazo. Con esmero pintó cuatro series de redondos y tres de naturales, concluyendo esta obra de arte ejecutando con verdad la suerte suprema con la que dejó un soberbio estoconazo.
La magistral lidia al impresentable y soso segundo, pitado en el arrastre, tuvo doble mérito. Primero porque dominó a un bicho que concluía el viaje con la cabeza arriba y segundo porque batalleó con el viento que le ondeaba la sarga. Acabó pudiéndole y le recetó varias tandas de mandones derechazos y naturales.
Manolo Mejía trajo el santo de espaldas. Al distraído primero no le encontró el ritmo. El cuarto, que dobló cuatro veces las manos y fue pitado, hacía medio recorrido y luego levantaba la cabeza para ver al tendido. Regaló al corraliado sobrero, que punteaba y no lo pudo dominar.
Fernando Ochoa con el tercero, que se terciaba y pegaba arriones, perdió la serenidad y no le dio la lidia de aliño que merecía. Desaprovechó al noble sexto, el mejor de la tarde.
Despedida de Silveti
Alejandro Silveti, último diestro de la más importante dinastía de toreros mexicanos, se despidió el sábado de los ruedos en la plaza de Morelia, después de 11 años de alternativa. Dio vuelta al ruedo en un toro y en el otro cortó dos orejas y rabo, éste protestado. El Juli, ovación y dos orejas. Ignacio Garibay, vuelta y oreja. El rejoneador José María Fuentes, oreja. Se lidiaron toros de Colomé.
Por otra parte, El Juli cortó el domingo dos orejas en el coso mexicano de Guadalajara y Domingo Triana cuatro en el de Juchipila, informa Efe.
Babelia
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