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La oposición no respaldará la protesta indígena en Ecuador

Juan Jesús Aznárez

La anunciada toma de Quito a partir de hoy, la creación de plataformas que llaman a la desobediencia civil y la indefinida paralización del país, medidas promovidas por los indígenas ecuatorianos para forzar la caída del Gobierno de Jamil Mahuad, no son secundadas por la oposición parlamentaria. Contraria a las políticas generales del Ejecutivo, la oposición apoya sin embargo la dolarización de la economía decretada a principios de semana por el Gobierno.La irritación de la ciudadanía con menor capacidad adquisitiva es, mientras tanto, notable y justificada. Los salarios de la mayoría de los ecuatorianos son mínimos, apenas 10.000 pesetas al mes, después del cambio fijo establecido por el Gobierno: un dólar por 25.000 sucres. Esa cotización por decreto desencadenó de inmediato un movimiento especulativo y el encarecimiento de la cesta de la compra. En los mercados de Quito, los precios han subido hasta un 35% y el cúmulo de penalidades, consecuencia de los sucesivos fracasos de éste y anteriores Gobiernos, afecta a la mayoría.

El grueso de los ecuatorianos pugna por adaptarse al progresivo abandono del sucre y las Fuerzas Armadas por evitar los previsibles excesos callejeros de los próximos días. Militarizada la capital del país para impedir que la masiva entrada de manifestantes de las distintas etnias nacionales cause desórdenes graves e impida el programado discurso a la nación de hoy del presidente Mahuad, la movilización de los indígenas (un 30% de los 12 millones de ecuatorianos) almacena alimentos y amenaza con ser larga.

Mamarrachadas

El parlamento al frente de las protestas indígenas, presidido por el arzobispo de Cuenca, monseñor Alberto Luna, y el activista Antonio Vargas, así como otras plataformas paralelas que niegan legimitimidad a los poderes del Estado, fueron descalificadas a la tremenda por León Febres Cordero, expresidente del Gobierno y actual alcalde de Guayaquil. "Ahí veo unos cuantos payasos presidiendo estos parlamentos. Aquí hay un solo Parlamento, que es el que nace de la Constitución. El resto son mamarrachadas".

Mayúsculos los problemas por resolver, algunas manifestaciones son también exageradas, pero su propia formulación ilustra sobre la situación. "Cincuenta mil muertos podría costar la toma de Quito", declaró ante una concentración de taxistas Walter Ortega, delegado en la región Litoral de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE). Calcula que un millón de indígenas ocuparán Quito en exigencia del poder político y su represión a tiros puede significar la muerte del 5% de ellos. Más ajustado a la realidad parece el escenario anticipado por varios analistas: concentraciones pacíficas durante varios días, acompañadas por focos violentos, y el progresivo regreso a la normalidad si el Gobierno de Mahuad consolida la dolarización y supera la ineptitud y circunstancias que obligaron a ejecutar la medida.

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