_
_
_
_

El tribunal ataja el intento de probar que la mujer brasileña era prostituta

No lo permitió ni una sola vez. La magistrada Ana Iracheta, presidenta del tribunal que juzga en la Audiencia Provincial de Vizcaya a dos policías nacionales acusados de torturar a Rita Margarete R., violada en 1995 en la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, cortó ayer todos los intentos de la defensa de los agentes por demostrar que la joven brasileña ejercía la prostitución cuando fue detenida en agosto de 1995. El juicio concluirá hoy.

La presidenta de la Audiencia Provincial de Vizcaya y de su Sección Primera que juzga el caso, Ana Iracheta, quiso dejar claro en la segunda sesión su rechazo a que el juicio sirviera para inculpar a Rita Margarete R., la víctima, de ejercer la prostitución en agosto de 1995, tal y como pretendía la defensa de los dos agentes.Los reiterados intentos dirigidos a probarlo fueron cortados por Iracheta, quien alegó,según el caso, que la pregunta era "impertinente" o "irrelevante" para los hechos juzgados. Y es que en el banquillo de acusados se sientan el inspector de la Policía Nacional Julián Alcañíz y el funcionario Eustaquio Ramiro Díaz, presuntos autores de infligir malos tratos psicológicos y físicos, respectivamente, a Rita Margarete R.

La acusación particular considera que hubo torturas, por lo que en la petición definitiva de penas solicitó seis años de prisión y 12 de inhabilitación total para cada uno de los agentes. La defensa de éstos y el Ministerio Fiscal pidieron la absolución.

Tres testigos coincidieron en que habían apreciado que Rita Margarete R. tenía golpes y moratones por el cuerpo. María Regina, de nacionalidad brasileña, declaró que fue detenida en el club Trastévere de Barakaldo junto a tres mujeres más, entre ellas Rita Margarete R., coincidiendo con la versión policial que rechaza esta última. Además, manifestó, protegida por un biombo, que Rita "estaba sufriendo mucho" durante su estancia en comisaría. A preguntas de la defensa resaltó que pudo ver cómo se devanecía sobre una silla junto a calabozos. Sin embargo, negó que oyera a la mujer pedir auxilio o a los policías proferir amenazas.

Sentada en el calabozo

Esta testigo declaró ante el tribunal que pudo observar justo antes de ser puesta en libertad, horas antes que Rita Margarete, que ésta se encontraba sentada en el suelo, en el fondo del calabozo, "bastante mal, con los brazos alrededor de las piernas". "Tenía moratones en los brazos y en las piernas. Estaba destrozada, lloraba mucho", dijo. Le dio pena y trató de consolarla. "No te preocupes, vas a salir. Luego el policía cerró la puerta y dejé a Rita. Nunca más volví a verla", concluyó.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La testigo respondió con seguridad y precisión, aunque incurrió en contradicciones. Así cuando, a preguntas de la presidenta del tribunal, aseveró que no albergaba dudas de que las personas que atendieron a Rita en comisaría tras sufrir el desmayo eran médicos, porque iban de blanco total y ella los había visto bien. Cuando declararon el voluntario de la DYA y, posteriormente, el médico que trasladaron a Rita al hospital de Basurto, coincidieron en que sobre su ropa habitual vestían los petos amarillo limón distintivos de la DYA. Precisamente, el médico fue el que aseguró que no había comprobado la existencia de hematomas. Por su parte, el socorrista que le acompañaba resaltó que la mujer presentaba un estado de "medio shock" y que, a pesar de que le animaban a hablar, Rita estuvo silenciosa todo el tiempo.

La médico que realizó el examen físico de la mujer en el hospital reconoció que ésta presentaba hematomas en brazos y en la parte interior de los muslos. Los primeros, marcas de resistencia física, y los segundos, típicos de agresiones sexuales. Esta declaración fue efectúada en el juicio que por violación tuvo lugar hace casi dos años y ahora ha sido incorporada a esta causa. Lo mismo ha ocurrido con los informes psiquiátricos, que concluían que Rita Margarete R. decía la verdad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_