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"Putin es inteligente y capaz, pero no está preparado para dirigir Rusia"

Pregunta. ¿Le ha sorprendido la dimisión de Borís Yeltsin?Respuesta. No especialmente. Desde hace varios meses, Yeltsin andaba buscando al hombre que pudiera protegerle, tanto a él como a su familia, y asegurar la supervivencia de su régimen. Hay que tener en cuenta que si el gusto por el poder fue durante mucho tiempo el principal motor de Yeltsin, al final lo que le movía era básicamente el miedo. Miedo a tener que rendir cuentas de todo lo que ha hecho sufrir al país y al pueblo. Lo que sí me ha sorprendido es que en su discurso de dimisión utilizara prácticamente el lenguaje de... Gorbachov. Confesó que se había equivocado al querer imponer al país cambios radicales y al considerar que era posible resolver sus inmensos problemas mediante un golpe de fuerza. Necesitó ocho años para comprenderlo. Pero al final de su reinado no era él sino los que le rodeaban quienes, cada vez más, tomaban las decisiones. Y a partir del momento en que esa gente constató que Yeltsin no sólo ya no les protegía sino que constituía un obstáculo, por no decir un peligro, su salida sólo era cuestión de tiempo.

P. ¿De dónde procede este misterioso Putin, sin carrera política y al que nadie conocía hace pocos meses?

R. No se puede comprender si no se tiene en consideración su principal motivo: la búsqueda de supervivencia del clan Yeltsin. Primakov, que fue nombrado primer ministro por presión del Parlamento en septiembre de 1998, se mostró demasiado independiente. Cometió un error fatal ante la gente próxima al presidente al atacar seriamente el problema de la corrupción y especialmente a Borís Berezoski. No era ninguna garantía para el clan presidencial, de ahí su cese precipitado y la búsqueda de un delfín más seguro. Aparentemente, ha sido por su condición de ejecutor eficaz, confirmada con motivo de la campaña militar en Chechenia, por lo que Putin ha sido elegido. El éxito del partido del poder, el Oso, en las últimas elecciones legislativas era la prueba que debía pasar con éxito para ser admitido en el círculo del poder. Es cierto que no posee ninguna experiencia política. Que jamás ha sido elegido. Que jamás ha dirigido una ciudad o una región del país. Por el momento parece evidente que no está preparado para dirigir un país como Rusia. No hace mucho, cuando se le nombró director del FSB (ex KGB) parecía consciente de sus propias limitaciones y rechazó el ascenso a general. Pero más tarde aceptó sin vacilar el cargo de primer ministro y ahora el de presidente interino. Es una muestra de que le debe guiar una mano muy hábil. Queda por ver si este hombre, inteligente y capaz, se va a contentar con un puesto subalterno o comprenderá que es absolutamente necesario cambiar radicalmente el régimen.

P. ¿Cree usted que la suerte está echada y que Putin será el próximo presidente?

R. En absoluto. Porque a pesar del éxito de la estrategia del Kremlin, las elecciones presidenciales no serán una mera formalidad. Por muy diversas que sean, las fuerzas de oposición pueden fundar una nueva coalición capaz de ganar al partido del poder actual. Y si bien es cierto que, para ganar, el Kremlin va a explotar la apariencia de victoria en Chechenia y los resultados de las legislativas, la posición puede dar una sorpresa uniéndose en torno a un candidato común...

P. ¿Está pensando en una alianza de Primakov con los comunistas?

R. Creo que un Primakov más seguro y con más apoyos puede desempeñar un papel determinante en esta nueva situación. Y para ello no está obligado a llevar a cabo alianzas formales. En cuanto al factor checheno, hay que recordar que las guerras de ese tipo jamás se ganan sólo por medios militares y que cualquier dirigente de Rusia se verá obligado a buscar una solución política al conflicto.

P. ¿Cree que las elecciones presidenciales serán auténticamente democráticas?

R. El mero hecho de que se hayan organizado in extremis para garantizar la transmisión del poder al delfín del régimen, presentado como "sucesor designado", no es una prueba de democracia. A ello hay que añadir las informaciones sobre las numerosas manipulaciones y el fraude electoral en el escrutinio del 19 de diciembre. Sin embargo, no hay otro camino y todos nosotros debemos exigir con fuerza que las elecciones presidenciales sean limpias y permitan al pueblo expresarse libremente. Si no, será en la calle donde busque la solución. Debemos, pues, perseverar. No tenemos derecho a desesperarnos.

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