Metafísica
La TWA ha cerrado su filial española despidiendo en consecuencia a toda la plantilla, excepto al jefe de personal. Se pregunta uno para qué necesita una empresa sin personas un jefe de personal, como si la iniciativa respondiera a alguna lógica civil, cuando lo cierto es que se trata de una decisión metafísica. Ahora que ya ni el Papa cree en el infierno, es preciso que determinadas figuras laborales sean capaces de sobrevivir incluso por encima de las necesidades del mercado: en caso contrario, la chusma podría creer que acabando con las sociedades anónimas desaparecerían también los jefes de personal, y saldría a prender fuego a las corporaciones como en otro tiempo prendía fuego a las iglesias. Para evitar esta forma de anarquía, pues, reina en las oquedades vacantes de la TWA una divinidad inmune a los cierres patronales o a los expedientes de regulación de empleo y jubilaciones prematuras.El jefe de personal de la TWA es el hombre de ninguna parte cantado en su día por los Beatles. Trabaja para una empresa inexistente y tiene en ningún lugar un despacho con moqueta y muebles de caoba en el que firma convenios colectivos imaginarios con sindicatos quiméricos. Entre reunión y reunión falsa, observa la foto de su esposa irreal y se imagina teniendo con ella hijos ficticios, que estudiarán lo mismo que él, pues en el futuro podremos prescindir de médicos, maestros, controladores aéreos, abogados, pilotos, poetas, azafatas, pero todas las empresas del mundo, aun las ilusorias, necesitarán jefes de personal como los niños necesitan al hombre del saco. Gracias, TWA, por esta lección de teología organizativa o marketing espiritual.
Y esto no es nada para lo que se avecina. Lo lógico es que en un mundo global haya también un gran jefe de personal unificado que un día cerrará la realidad consigo mismo dentro. Entonces, usted y yo nos iremos al paro (si todavía existe esa mariconada tan incompatible con la cultura de las ETT), mientras él se hace fuerte en el despacho con moqueta y muebles de caoba, utilizando su laca, su colonia y su loción para después del afeitado a modo de desinfectante, por si se reprodujeran los obreros. Feliz siglo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.