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Reportaje:

Caperucita con patines

Una exhibición de dibujos tiene como protagonista a la niña de gorro rojo del cuento de Perrault

Trescientos años cumplieron ya los personajes concebidos por el francés Charles Perrault en la obra que le diera fama, Historias y cuentos del tiempo pasado con moraleja. En 1867, en esas páginas cobraron vida la Bella Durmiente del bosque, junto con el Gato con Botas, Barbazul, Pulgarcito y la Cenicienta, retratados según indicaban los antiguos relatos orales de origen italiano, celta y oriental en los que se inspiró su autor. Resulta original, en cambio, la historia de la niña de capa bermellón y canasta al brazo, un personaje de fábula que combina con sutileza la ingenuidad de una pequeña y el valor de una moza aguerrida capaz de hacerle frente al más feroz de los lobos. Hasta que Perrault, cortesano favorito del rey Luis XIV y poeta encargado de amenizar las tertulias sabatinas de madame de Lhéritier, publicó con su firma el cuento Caperucita Roja, la tradición narrativa anterior no daba cuenta de un personaje semejante. Ello permite suponer que el cuento, del que en tres siglos se han realizado incontables versiones y adaptaciones (de las cuales resulta la más conocida la de los hermanos Grimm), es fruto directo de la imaginación del autor galo.A esta niña de cuentos, precisamente, se dedica la muestra que el Ayuntamiento de Madrid ha organizado en el centro cultural de la Junta Municipal de Arganzuela, en conjunto con la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil. Bautizada como Caperucita ilustrada, la exhibición repasa la historia visual del personaje y tiene la intención de convertirse en un homenaje a los ilustradores, muchas veces anónimos, que le han dado forma y color. Se transita así por la evolución de Caperucita en imágenes, desde la más antigua difundida en España -un grabado de 1862 de pluma anónima- hasta el más popularizado dibujo del editor barcelonés Julián Bastinos. La historia de la niña y el lobo incorporó toques costumbristas y un aire ciento por ciento español hacia finales del siglo XIX, y luego, respondiendo a los planteamientos plásticos de cada época histórica, presentó personajes burgueses en la década de los veinte, mostró a una niña de rizos y aire angelical en los cincuenta, cobró libertad expresiva en los setenta y hasta sufrió los efectos de la censura, que consideró que las escenas de antropofagia eran un atentado contra el buen gusto.

Asimismo, con la colaboración de la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid, en la muestra se exhiben 100 versiones inéditas realizadas por dibujantes contemporáneos. Con aire moderno y actitud desenfadada, la Caperucita de fin de siglo viste zapatillas deportivas, vive en grises ambientes urbanos, usa patines para escapar de un lobo motorizado y tiene su propio teléfono móvil.

Perrault, acostumbrado a escribir para el beneplácito de los cortesanos, agregó moralejas a sus cuentos para evitar que lo tacharan de frívolo. Desde entonces, éstos han sido narrados una y otra vez a niños de distintas generaciones e incluso han cobrado un valor pedagógico a la hora de enseñar valores y buenas actitudes. Hoy, los chavales son invitados a dar rienda suelta a su imaginación y convertirse en ilustradores de la niña de la caperuza por un día: con una buena cantidad de lápices pueden participar en un concurso en el que, tan pronto concluya la exposición, se elegirá la mejor de entre las versiones infantiles presentadas.

Caperucita ilustrada. Casa del Reloj, Junta Municipal de Arganzuela. De 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 (sábados y festivos, de 12.00 a 14.00). Hasta el 9 de enero.

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